Alicia Comas, la modelo y actriz mallorquina de Calvià, residente en México DF, donde trabaja –concretamente lo hace en Televisa, a donde, como quien dice, llegó hace dos años con una mano delante y otra detrás–, hoy es llamada para formar parte de los repartos de diversas comedias y tele comedias, muy vistas en Centro y Sudamérica. Y suma y sigue, eh. Pues, aparte, como modelo, ha desfilado cinco veces en la New York Fashion Week, estando ya confirmada para lo que será su sexta participación en dicho evento, uno de los más importantes del mundo en cuanto a moda.
Y volviendo al teatro y a la tele, al decir que suma y sigue es porque no para de trabajar. Lo decimos porque, tras finalizar el rodaje de la segunda parte de la serie Mujeres asesinas, producida por Luis Luisillo, «he empezado –nos dice, vía móvil– el rodaje de otra serie, El amor no tiene receta, en la que soy protagonista, siendo mi papel el de enfermera».
Pero es que hay más, que nada tiene que ver con su profesión de actriz y de modelo. Es una cuestión de corazón. Y es que Alicia ¡se ha enamorado.... Y es correspondida! O si lo preferís, el amor ha llamado a su corazón y este le ha dicho que pase. ¿Que quién es él? Pues es Eduardo Modesto, un reconocido cirujano plástico, nacido en Chihuahua, y muy reconocido como profesional en México, pues, ¡Enhorabuena, Alicia! Y por supuesto, ¡enhorabuena, Eduardo! Porque te llevas un ángel.
Por lo demás, deciros que Alicia, hace unos días, asistió, ya como celebridad, a la entrega de los premios teatrales ACPT 2023, acto que se celebró en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, desfilando sobre su alfombra roja luciendo un precioso vestido de color azul, diseñado por María José Moda. Pues enhorabuena, querida. Y muchos éxitos para 2024. Y ya dirás cuándo sonarán las campanas de boda, y si esta se celebrará en México o en Calvià.
Lleno total
Asistí a la presentación del libro Presuntos suicidas, acto que se celebró en el local del Círculo de Bellas Artes, de Palma, al que tuvieron que añadir sillas pues fueron muchas personas las que no quisieron perdérselo. Y es que escuchar a dos presuntos suicidas hablando del suicidio, bien valió la pena asistir.
Porque ¿quién mejor puede hablar de algo que ha padecido, sufrido, experimentado…? Nadie. Por eso, Ramón Mulet y Caty Pons, presuntos suicidas, nos emocionaron, y más sabiendo que pudiendo no estar aquí, siguen aquí, entre nosotros, contándonos su experiencia y aconsejando qué hacer en el caso de que uno, y ve tú a saber por qué crisis, o desbarajuste emocional, encuentra en el suicidio la única salida para dejar de sufrir.
Los números del suicidio
Os diré también que Ramón y Caty, presuntos suicidas, no estuvieron solos. Les acompañó en la mesa María Francisca Morell, psicóloga y presidenta de AFASIB (Asociación de Familiares y Amigos Supervivientes del Suicidio de les Illes Balears). Que este es otro apartado básico dentro del suicidio, al que otro día dedicaremos un Click. Mientras tanto… Compren el libro y léanlo. Aparte de que les va a gustar, les dará que pensar. Para bien, claro. Además, entenderán por qué se ha de hablar hoy del suicidio, dado que al año, por el suicidio mueren en España más de 4.000 personas, y entre ellas –cada vez más– menores de edad. Que esta, la de los suicidios de adolescentes, es otra historia a tener en cuenta.
Por tanto, nuestras felicitaciones a Ramón y a Caty, y al Círculo de Bellas Artes por ofrecer su espacio para algo que nos interesa a todos.
Sí, da para un libro
A la exposición de los veinte años como pintor, de Carlos Prieto, asistió Manolito de Teba. Vestía de traje y corbata, se apoyaba en un bastón y se tocaba con sombrero de copa. Como Henri de Toulouse-Lautrec, pintor en quien durante muchos años se inspiró el artista palmesano.
Manolito, que es actor –en realidad, es showman a su manera, pues actúa ante las cámaras, canta y hasta baila–, y que pese a que tiene sus añitos, su espíritu sigue siendo joven, y eso que la vida, no siempre le ha tratado bien, aunque él a todo ha respondido con una sonrisa.
Pues bien, Manolito nos dice que está escribiendo sus memorias, en las que cuenta todo lo que le ha pasado en su vida, desde trabajar en un Psiquiátrico en Inglaterra, a actuar en un cabaret, donde una noche, dando un salto acrobático tras el cual tenía que caer de pie sobre un piano, «como iba un poco piripi –recuerda–, calculé mal y casi me parto la espalda del porrazo que me di». También hablará de si infancia, de cuando su madre, que trabajaba en Calzados Gorila, le llevaba con ella al trabajo, y para que se entretuviera, le metía en una gran caja de cartón y le daba una pelota y ¡hala, Manolito, juega con ella!, y suponemos que no pasará por alto aquel capítulo de su vida, en que no yéndole las cosas muy bien, tuvo que vivir durante una temporada en el frigorífico industrial de una hotel de Cala Major que estuvo un par de años abandonado. O de los saltos que tenía que dar en la acera para alcanzar el contestador automático de la casa de su madre, llamarla, pero como era sorda, no le oía, por tanto no le abría, «por lo cual me pasaba días sin verla».
El problema que tiene Manolito es que no puede financiar la edición de ese libro. Por eso, a ver si sale algún mecenas por ahí y le echa una mano. Que saldrá, pues Manolito se lo merece.
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