Toni Batle, con algunas de sus joyas de dos ruedas. | Miquel Àngel Cañellas

TW
0

A sus 88 años, Toni Batle cultiva su debilidad por lo antiguo. En su enorme garaje, con hechuras de nave industrial, mora una singular colección de automóviles, motocicletas, motores industriales y bicicletas. Da igual donde mire, nada de lo que alcance mi mirada es de este siglo, y, en materia de bicicletas, alguna no es ni siquiera del siglo pasado. Como el antiquísimo modelo fabricado en madera que, asegura, fue la «primera bicicleta en rodar por Mallorca», cuya fabricación ubica «a finales del siglo XIX».

En esta mañana fría y ventosa su casa huele a mar. El salitre perfuma desde el arco de entrada, situado a escasos metros de la playa, hasta las mismísimas entrañas de su garaje, insisto: enorme, colosal. Mientras estuvo en activo, gestionó varios negocios del ramo hostelero, también operó con una conocida empresa de autocares. Ocioso, me aguarda sentado junto a las bicicletas, con la mirada despreocupada del jubilado Vito Corleone. Su pasión por las bicicletas le catapulta a su juventud, cuando pedaleaba con los pantalones metidos dentro de los calcetines en una bicicleta que, probablemente, fue de su padre. Y es que las bicicletas son objetos duraderos que, con un poco de mantenimiento y amor, superan la vida de su dueño. Todo cambió a mediados de los años 80, el mercado se llenó de modelos de dudosa calidad, bicicletas baratas vulnerables al paso del tiempo. Las viejas máquinas fueron desapareciendo, oxidadas y olvidadas en los rincones más oscuros. Nadie se preocupó de reciclarlas, no tenían cubiertas con válvulas, ni cambios de marcha, y su frenada no era la más expeditiva. Pero, mucho antes de la ‘fiebre vintage', algunos nostálgicos como Toni se afanaban en recuperar reliquias, la mayoría descartables para la circulación pero que lucen genial expuestas sobre un atril.

mc1512230158.jpg
Imagen de la bicicleta 'decana', propiedad del coleccionista. Foto: Miquel Àngel Cañellas

Su colección roza la treintena de modelos, y advierte que a todos «les tengo el mismo cariño, son como hijos, no puedes querer más a uno que al resto». Sin embargo le delata la disposición de las bicicletas, la primera de todas -a la vanguardia del resto, como el director de una orquesta- es nuestra protagonista, con casi un siglo y medio a cuestas. «La compré hará unos diez o quince años, no lo recuerdo exactamente, el tiempo me pasa muy rápido. Le faltan tres radios, pero ya venía así», matiza. Por lo visto, figuraba como atrezo en «un restaurante entre Campos y Felanitx». La vio, se encaprichó y «le hice una oferta». El resto de su colección la ha ido adquiriendo al compás de los «últimos cuarenta años».

Si observan la imagen inferior, apreciarán al bueno de Toni junto a otros modelos de considerable peso histórico. El más ‘joven', a la derecha, «lo compré en una subasta en Inglaterra y es de 1907. Me la repintó un pintor de Inca». Este modelo incorpora «una lámpara de carburo», un sistema que permitía obtener una llama luminosa, fruto de la ignición del gas acetileno y el agua. Las otras dos máquinas son del siglo XIX, una hace tanto que la compró que no recuerda su procedencia, «la otra la compré en un mercadillo de Sils, en Girona». Son las indiscutibles masterpieces de su colección.

Su afición es casi ancestral, una treintena de modelos que algún día deberían reposar en un museo, a la vista de los aficionados. La mayoría son de procedencia inglesa, no en vano las Islas Británicas están consideradas la cuna de las bicicletas, aunque su paternidad se le atribuya al barón Karl Drais, un inventor alemán nacido en 1785, quien fabricó un rudimentario artefacto con nombre de animal prehistórico, el velocípedo, en 1817. Se impulsaba apoyando los pies alternativamente sobre el suelo.

Aquel engendro sufrió varias modificaciones hasta llegar a lo que hoy en día entendemos y visualizamos como bicicleta. Sin embargo, el padre de la bicicleta moderna es el británico John Kemp Starley, quien en 1885 inventó un revolucionario modelo que contaba con frenos y una posición más ergonómica, parecida a las bicicletas de paseo actuales.