Saloua nos mostró la feria de Muse y nos adelantó que habrá novedades. | R.L.

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Este martes, mientras anochecía y regresando a casa por Avingudes, bajo un porche de uno de los edificios observamos que un sintecho había extendido unos cartones y, sobre estos, colocado las viejas y usadas mantas cuarteleras con las que se cubriría cuando se fuese a dormir.  Pero del sintecho, que es un hombre, ni rastro. Y decimos hombre porque días atrás, sentado en el mismo lugar, le vimos.

Es una persona relativamente joven, con un chaquetón oscuro… Nos llamó la atención ver que estaba leyendo un libro, por el que iría por la mitad… ¿Qué le habrá pasado para, siendo tan joven y gustarle la lectura, esté como estaba, tirado como una colilla?, nos preguntamos haciendo un alto en nuestro camino.

De pronto llegó alguien, un viandante imaginamos, que dejó junto a las mantas una bolsa con comida. Y la colocó al lado de otra comida, que seguramente habrían dejado otras personas previamente. Por curiosidad, nos acercamos y vimos que allí, a la vista, había naranjas, manzanas, pan de molde, agua, yogures... Y es que en este mundo materialista y lleno de envidiosos y tramposos, sigue habiendo personas solidarias, como salta a la vista.

Esperamos un rato sin que el usuario de la cama sobre cartones apareciese. ¿Dónde estaría? Seguramente buscándose la vida por algún lado… Aunque en ese caso no habría hecho la cama… Lo más probable es que ande por algún sitio dónde pueda asearse ‘de extranjis’. Y es que los sintecho, además de no tener una vivienda en la que cobijarse, no tienen dónde lavarse, por lo que hasta en eso han de buscarse la vida. Mientras tanto, otra mujer le deja una pequeña bolsa, seguramente con comida… Sí, la solidaridad existe, sobre todo entre la gente de a pie.

Junto a la cama improvisada que el mendigo había montado debajo de un porche, la gente sencilla, de a pie, le iba dejando de forma solidaria algo de comida.
Junto a la cama improvisada que el mendigo había montado debajo de un porche, la gente sencilla, de a pie, le iba dejando de forma solidaria algo de comida.

Muse

Antes de eso había estado en GRO, que es como algunos de sus vecinos llaman a General Ricardo Ortega, calle en la que por el tramo que se tiene que reformar íntegramente siguen sin aparecer los operarios, obras prometidas en uno de los últimos plenos de Cort…. Y el tiempo va pasando, por lo que estos vecinos se preguntan que a qué esperan, pues siguen los baches, las aceras levantadas por  las raíces de los árboles, falta también la zona ORA, más luces para iluminar las noches…

Fuimos a GRO a echar un vistazo a la modesta, pero fructífera, feria del vino de pequeñas bodegas de Mallorca, que tuvo lugar  desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche, de forma ininterrumpida, con catas gratuitas para los profesionales –hosteleros, restauradores, etc.– y a 10 euros a los no profesionales. La feria –o showroom, como la llamaron– se había organizado en Muse, el local que la restauradora francesa-tunecina Saloua Sfar ha abierto a mediados del año pasado a modo de sala de exposiciones y eventos varios. Un lugar que está animando la calle, «que se puede animar mucho más –dice– a nada que la arreglen, pues con asfalto nuevo, nuevas aceras y mejor iluminación, cobrará vida en todos los aspectos».

«Lo más importante de esta feria de pequeñas bodegas mallorquinas –señala Saloua–, ha sido que estas se han dado a conocer. Además ha acudido mucha gente a lo largo del día a hacer las catas, tanto profesionales como curiosos, entre estos últimos bastantes extranjeros residentes en Mallorca, que consideran que el vino forma parte de la cultura de un pueblo, y si encima es rico como este, mejor. Por eso, esta será una de las muchas que iremos haciendo a lo largo del año».

Tras recorrer los distintos estands, Saloua nos dice que días atrás recibió la visita de una persona que quería conocer el local, «que con mucho gusto le mostramos. Terminada su visita, me dijo que pronto tendría noticias y… Pues sí, ya que, semanas después, me llamaron desde Estados Unidos, desde una comunidad judía, para decirme que querían alquilarme el local para el próximo 22 de abril, con el fin de celebrar en él la fiesta del Pésaj, o Pascua judía, que conmemora la liberación del pueblo hebreo de los egipcios. Me dijo esa persona que me encargara de montar las mesas, que fueran redondas –recomendó– además de comprar cubiertos y platos, todos de plástico, y que al acto asistirían un centenar de personas. ¡Ah!, y que de la comida y de los vinos, por ser kosher, se encargarían ellos».

Por otra parte, entre feria de vino de pequeñas bodegas y fiesta judía, «en Muse, los días 16, 17 y 18 de este mes organizaremos una exposición de pintores holandeses».

Incivismo

Concluida esta visita, regresamos a casa. Había ya anochecido. Pasando por la plaza de las Columnas, observé que un coche de la Policía Local con las luces de posición encendidas, estaba aparcado sobre la plaza, lo cual –que estuvieran allí– supone tranquilidad para los vecinos. También allí, con gran parte de sus farolas apagadas, estaban los servicios de Emaya barriendo y dando manguerazos al suelo. Tampoco había mucha luz en Nuredduna, aunque vimos que operarios estaban quitando ya las luces de Navidad. También había un empleado de Emaya recogiendo las bolsas de basura  que otro había dejado tras vaciar los contenedores. Bien, ¿no? Aunque también vimos  a varios ciudadanos con patinetes y bicicletas, y recordemos que Nuredduna es calle peatonal.

Desde hace unas semanas la policía controla la plaza de las Columnas.
Desde hace unas semanas la policía controla la plaza de las Columnas.

Bicis sobre la acera

Y seguimos con las bicicletas porque el otro día, yendo por la acera de delante de la Sala Augusta, uno que iba sorteando como podía a la gente, sin casco ni chaleco fluorescente, estuvo a punto de atropellarme de no ser porque me retiré a tiempo. Le llamé la atención y el ciclista, sin darse siquiera la vuelta, levantó su brazo izquierdo y me hizo una peineta. Y es que a día de hoy por la acera no solo te pueden atropellar, sino que encima, si protestas, te mandan a ‘tomar viento’. ¿Qué hacemos señores ‘mandamases’ con este problema? ¿Qué pasa si me atropellan y me dejan tirado? ¿A quién reclamo? ¿Y qué pasa si me atropellan, le identifico y resulta que no tienen seguro? Son preguntas que el ciudadano de a pie se hace a nada que pone los pies en la calle peatonal o/y acera,    y se ve rodeado de bicicletas y patinetes.

Ciudadano en patinete circulando por la calle peatonal Nuredduna.
Ciudadano en patinete circulando por la calle peatonal Nuredduna.