El humorista José Luis García, ‘El Selu’, acumula más de treinta años en la órbita del humor carnavalesco y chirigotero ‘Made in Cádiz’. | R.C.

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El carnaval de Cádiz es en esencia un desafío a la censura. Un púlpito que da voz al pueblo para que se exprese libremente, sin cortapisas, en ocasiones con un recorte humorístico de brocha gorda, aunque por lo general aludiendo a una fina ironía. El clero, la monarquía, los políticos y cualquier celebridad está expuesta al dardo venenoso de esta catarsis popular, recitada como un monólogo cantado al abrigo del pasodoble, la rumba, la sevillana, el tanguillo, la copla, la seguidilla… Y en esas lides pocos discuten la hegemonía de José Luis García ‘El Selu'. El gaditano lleva más de treinta años renovando las chirigotas con su singular forma de observar la realidad cotidiana, lo vuelve a demostrar en Que ni las hambres las vamo' a senti, el espectáculo que le acercará este viernes a Trui Teatre (21.00).

¿Qué va a encontrarse el público cuando se alce el telón?
— Una chirigota de Cádiz titulada Que ni las hambres las vamo' a senti, que es una alegoría al flamenco con muchos cambios de vestuario, con la que estamos recorriendo España.

¿Cómo se dio la gestación de este espectáculo?
— Siempre intento buscar personajes de la calle y parodiar su vida, pero esta vez he querido parodiar al mundo del flamenco, he hecho un espectáculo irónico sobre el flamenco.

¿La crítica es la base de la chirigota?
— Sí, la chirigota es crítica pero, sobre todo, crítica al poder.

¿Es más fácil arrancar una risa en el Sur que en el Norte?
— La forma de ser y los caracteres son diferentes, pero el aplauso al final te lo llevas igual. Esto pasa siempre, recuerdo una vez que actuamos en Costa Rica y la gente se caía de risa.

En una entrevista afirmó que España es una chirigota, ¿somos un país de flauta y pandereta?
— Es más una perspectiva sobre el congreso. Es que tú le cuentas a alguien de fuera lo que pasa políticamente aquí y suena exagerado, caricaturesco y banal, pero es cierto…

¿Es difícil compatibilizar la crítica social con el humor?
— Al final es todo lo mismo, la crítica y el humor van de la mano, lo aprendí de mis maestros: Little Britain, Monty Phyton y Les Luthiers. En las chirigotas hay diferentes formas de componer, hay agrupaciones que tratan el humor con agresividad, en mi caso soy más irónico. Me como el coco para hacer textos, creo que la ironía le duele más al poder.

¿El humor es un buen motor de cambio para la sociedad?
— Diría que sí, yo me he encontrado con presidentes de gobierno de diferentes partidos que me han felicitado, aun siendo objetivos de mi obra.

¿Las chirigotas son de izquierdas, de derechas o, simplemente, del pueblo?
— Pues mira... de jovencito escuchaba canción protesta, un género que se ha ido diluyendo, creo que hoy la única canción protesta se da en el Carnaval de Cádiz. La gente se siente muy identificada con nuestras letras.

¿Por qué el humor negro es un estilo que no acaba de encajar en las chirigotas?
— Realmente en las chirigotas se puede hacer lo que quieras siempre que no difiera la ley, pero a lo mejor es un humor que no encaja mucho, tampoco con mi estilo.

¿El buen humor debe ser sanador, escapista o reflexivo?
— En mi caso el buen humor lo es todo: banal, profundo, satírico, reparador…

¿Alguna vez se ha quedado en blanco en el escenario?
— Es la pesadilla que todos tenemos, pero la verdad es que quedarse en blanco te humaniza. Los shows no deben estar sujetos a un guion, deben estar vivos.