Xisco Ruiz, presidente de la asociación Amics del Modelisme Estàtic de Mallorca. | Teresa Ayuga

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Hubo una era dorada para los amantes del modelismo estático. Corrían los años setenta y ochenta, cuando los aficionados proliferaban en torno a esta técnica tan delicada como esforzada y minuciosa. Hoy preocupa el relevo generacional. Y es que en estos tiempos acelerados, dominados por el reguetón, los realities y las aplicaciones móviles, no abundan los entusiastas de una práctica que en su acepción más global se remonta miles de años atrás, desde que el hombre primitivo comenzó a crear réplicas de animales y plantas de su entorno. De hecho, en el Norte de África se encontraron representaciones de barcos egipcios que datan del año 2000 AC.

El modelismo estático consiste en la construcción de modelos de aviones, barcos y vehículos de todo tipo a rigurosa escala. Los detalles importan. Que se lo pregunten a cualquier especialista. Todos coinciden en que este hobby requiere de mucha perseverancia y cierto grado de locura –además de una pequeña inversión económica–. Pero a mí me gusta pensar que gente como Xisco Ruiz, presidente de la asociación Amics del Modelisme Estàtic de Mallorca (AMM), son tipos que piensan en grande para crear en pequeño. Su idilio con esta técnica ancestral le catapulta a la niñez, «cuando me juntaba con mis amigos y comprábamos lo poco que había en aquella época. Con un poco de pegamento, jugábamos y nos creíamos los reyes del mundo, hoy esto ha cambiado mucho».

Insiste en que el modelismo no es un coto exclusivo para belicistas. «Tenemos mala fama, la gente asocia a quienes hacemos maquetas con probelicistas pero no es así», lamenta. «Somos historicistas, nos gustan las maquetas y necesitamos mucho tiempo de investigación para no cometer ningún error histórico, siempre intentamos reflejar fidedignamente cada creación». Y así es, basta echar un vistazo a cualquiera de las maquetas que pululan por su local en el centro de Palma para percibir el calado de sus palabras. Hay maquetas de edificios y paisajes; acorazados, portaaviones, autos militares y civiles, y hasta del tranvía de Sóller, todas ellas reducidas a una escala detallada. Son réplicas fotográficas que buscan la mayor fidelidad posible con respecto al original.

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Maqueta de operarios recogiendo despojos en Chernobyl.

El modelismo estático es básicamente de exhibición, tanto en colecciones personales como en museos. Muchas partes de estos modelos, como barandas y otras pequeñas piezas son muy frágiles por lo que hay «que ir con mucho cuidado al manipularlas». No son juguetes, por lo tanto no están diseñados para su uso como tales. Su elaboración requiere de piezas creadas de diversos materiales por el modelista o adquiridas en un kit, además de pegamentos, pinceles y pinturas. Para desempeñarse en esta técnica «hay que ser paciente, detallista, sentir pasión por la historia y lo que haces», corrobora Xisco, a quien esta afición le lleva a otro nivel de relajación: «Cuando has tenido un día malo en el trabajo o estás cabreado, llegas a casa, te pones con las maquetas y te relajas en el acto. A mí me sirve de catarsis».     

Relevo

Pero si algo preocupa al entrevistado es la ausencia de relevo generacional. Le entristece pensar que el modelismo estático avanza por una vía muerta, «es un tema que nos preocupa, no hay gente que tome el relevo. El problema que tenemos en Mallorca es que hay muchas playas y bares, la gente joven prefiere ir a hacer dos copas que perder una tarde aquí buscando datos históricos o haciendo maquetas». Joan Castellet es el único miembro joven de la AMM –la única asociación de modelismo estático federada de Balears, con doce años de historia a sus espaldas–. El joven explica que «a mis amigos y el resto de gente joven le gusta contemplar la maqueta hecha, pero no le atrae hacerla». Joan es hijo de un miembro veterano de la asociación, Pep Castellet.

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Pep Castellet, miembro de la AMM, repasa la maqueta de un portaaviones.

La AMM despliega sus maquetas dos veces al año en sendas exposiciones en el Castell de Sant Carles, así como en la feria Friki de Palmanyola y en el casal de barri de s'Escorxador, donde entre el 27 y el 29 de septiembre celebrarán el LXXX aniversario del Desembarco de Normandía.