Las usuarias Elena Castañeda, Sandra Judith Portela y María Magdalena Gavilanes, junto a la monitora, Pía Faraco, y la copropietaria de LUP, Marion Hassler. | Ainhoa Sansó

TW
1

Cada lunes por la mañana, de 11:30 a 13:30, la tienda de ropa de segunda mano LUP exhibe en su escaparate dos máquinas de coser, que están a disposición de cualquier persona que quiera usarlas para arreglar sus propias prendas. Es más, esta tienda situada en la calle Arquebisbe Aspàreg, muy cerca del Mercado de Pere Garau, ofrece también a los usuarios menos expertos la ayuda de una monitora para enseñarles a usar la máquina. Todo ello, absolutamente gratuito. «Empezamos hace nueve meses con esta iniciativa y habrá pasado por aquí medio centenar de personas», comenta Marion Hassler, copropietaria de LUP.

El principal objetivo de esta propuesta no es otra que «concienciar a la gente de que podemos alargar la vida de la ropa mucho más de lo que hacemos normalmente, ya que cada prenda que reciclas es CO2 que no se vierte a la atmósfera». Sin duda la iniciativa tiene una vertiente comunitaria muy interesante. Pía Faraco, es la monitora que está al frente de las máquinas.

«Vecinos del barrio de todas las edades y nacionalidades se conocen, arreglan su ropa juntos, se ayudan mutuamente, charlan, comparten experiencias,... Se crea un ambiente muy bonito y surgen conversaciones maravillosas», asegura. «Trabajo cerca de aquí, vi el letrero y vine con ropa para reparar», explica Elena Castañeda, una de las usuarias. «Estoy aprendiendo muchísimo. Además, aporta mucha autoestima y satisfacción ser capaz de arreglar tú misma tu ropa. Es una de esas cosas que hay que aprender a hacer en la vida», asegura.

Otra de las usuarias, Sandra Judith Portella, quien tan sólo lleva medio año residiendo en la Isla, comenta que «mi madre y mi suegra son costureras y yo usaba una máquina parecida en Colombia, pero aquí todavía no no he conseguido una. Tengo dos niñas a las que les encanta que les haga vestidos, así que aquí estoy». «Por otro lado, como todavía estoy sin trabajo, me encanta venir aquí y ayudar un poco a la gente que no tiene tanta experiencia, se quedan súper contentos. La costura te hace desarrollar la paciencia y la creatividad», destaca. Para Magdalena Gavilanes, «nunca en mi vida había usado una máquina de estas. Es increíble que en España muchas veces sea más caro reparar algo que comprarlo nuevo. Compramos y tiramos tanta ropa que no sé dónde vamos a parar», reflexiona.

Satisfecha, Farraco comenta que «empezamos este proyecto hace nueve meses y es precioso ver cómo la costura une a gente muy diversa que tal vez no se hubieran conocido de no haber sido por este espacio». «Me encanta formar parte de esto. Que no me toquen los lunes por la mañana, para mí son sagrados», confiesa.