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No hay otoño sin el multitudinario dinar de matances con el que Nadal Real y Marisol Amengual, agasajan a sus amistades en Llorac, su finca de Lloret de Vistalegre. La pareja lleva más de 25 años cumpliendo con esta tradición que iniciaron cuando regentaban el restaurante Es Pou, en el mismo municipio.

Es un día para celebrar y compartir, pero, como explicó el propio cocinero, el año pasado la generosidad le salió cara, «porque celebramos la matanza del cerdo fuera del calendario oficial, que desconocíamos, y al salir las fotos en la prensa me pusieron una multa de cuatro mil euros». Nadal contó la anécdota este lunes ante sus 300 invitados, micro en mano y con la gran sonrisa que luce siempre ante sus comensales, sin que este carísimo descuido le quitara las ganas de seguir celebrando su multitudinaria comida.

A primera de la mañana y con la ayuda de un puñado de colaboradores fieles, se elaboraron los productos típicos de la matanza del cerdo en Mallorca: sobrasadas, longanizas y botifarrones, que los invitados saborearon en el aperitivo olvidándose por un día de la amenaza del colesterol o de las dietas bajas en grasas que saturan las redes sociales.

Dinar de matances en Lloret

100 tordos y 80 palomos

En otro caldero, Amador Myotragus aprovechó parte de la carne del cerdo - un ejemplar de más de 150 kilos - para elaborar un paté al estilo francés, una costumbre heredada de la intensa relación que tuvo Sóller con el sur de Francia en el pasado. El plato principal fue un arròs brut elaborado por la cocinera del restaurante Canyamel de Inca, Eulària Genestar, junto con su marido, Tòfol Soler, y varios ayudantes. «Este arroz es consistente, lleva cien tordos, ochenta palomos y 20 conejos, además de costilleja, magro de cerdo y esclata-sangs», explicaba el matrimonio de Inca. Tòfol y Eulària llevan una década colaborando con la comida de matances de Lloret, pese a que este año la cita les cayera de lleno en los preparativos del Dijous Bo que se celebra este jueves en la capital del Raiguer.

Bajo la carpa, en las mesas ocupadas por empresarios, bodegueros, cocineros, restauradores, agentes de la autoridad y una variopinta representación de la sociedad mallorquina, se sucedían conversaciones con la amenaza de DANA y los avisos metereológicos corriendo de boca en boca y de móvil en móvil, pese a que el sol brillaba detrás de las cortinas.

El menú de matances estuvo regado por los vinos que aportaron las bodegas José L. Ferrer, Albaflor, bodega Àngel y Can Pizà, cuyos propietarios se sumaron a la comida. También hubo cava, ensaimadas y postres variados, mientras sobre el escenario los músicos mallorquines Toni Obrador y Miquel Alorda arrancaban las primeras notas de Sweet Caroline. La indiscutible maestría de Obrador con la guitarra y la voz de Alorda invitaron a muchas parejas a saltar a la pista de baile para seguir disfrutando de la fiesta, mientras otros hacían la sobremesa. No hay duda de que las matances de Llorac se han convertido en una cita consolidada del otoño en la Part Forana de Mallorca.