Daniela Rueda –agachada, segunda por la derecha–, con el resto de componentes de ‘Una vida ONG’, dispuetos a hacer realidad el I Memorial de la COVID. | Click

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Asistimos hace una semana, en Inca, a la I Fira de la Vida i la Mort, montada por ‘Una vida ONG’, entidad creada por Daniela Rueda en 2013, a su vez fundadora, y propietaria, de ‘Una vida Mallorca SL’, y de la primera ‘Funeral Planner de Baleares’, por lo cual ha sido subvencionada por el Consell de Mallorca como mujer emprendedora con un proyecto empresarial singular que contribuye a la transformación del modelo económico y social... Y nunca mejor dicho lo de singular, puesto que antes de que ella apareciera, «lo que se hacía respecto a funerales, tanto laicos como religiosos, nada tienen que ver con los que organiza, en los que por encima de todo se siente el amor, pues la muerte es algo que inevitablemente llegará, por tanto, aprender de ello, ayudará a afrontarla mejor. Lo importante es ritualizar ese acto tan importante que no debe caer en el olvido. Me inicié en esto con el funeral que le hice a mi madre, con la música que a ella le gustaba, tocada en directo, con asistencia de la gente a la que quería y que la quería. Lo mismo sucedió hace unas semanas, cuando falleció mi padre, una persona a la que le gustaba la fiesta, tanto que a dónde él llegaba se terminaba la tristeza. Por eso, su funeral fue un tributo a esta, como a él le hubiera gustado. De hecho, desde que tengo Una vida Mallorca son muchos los homenajes fúnebres y acompañamiento en el duelo que he realizado».

Dicho lo cual, pasamos a lo que quería saber… Y es que hace unas semanas, Daniela nos habló de otro gran proyecto: El memorial por el 5º aniversario de la COVID, que quiere llevar a cabo en primavera de 2025, en el Parc de la Mar, con la Seu como telón de fondo. «En ello estamos comprometidos el equipo de Una vida ONG, para lo cual nos hemos de entrevistar con el alcalde Palma, Jaime Martínez, y el concejal de Cultura, Javier Bonet, con el fin de presentarles el proyecto, que creo que será de su interés ya que este Memorial vendrá a ser el primer homenaje, a nivel de Europa, que se le hará, no solo a las miles de personas que fallecieron a causa de la COVID, muchas de ellas solas y lejos de su familia, sino también a los otros héroes anónimos e invisibles. Me refiero a los tenderos que abrían cada día sus negocios para que nos pudiéramos abastecer, a los camioneros que transportaban los alimentos que, a su vez, abastecían las tiendas, etc. , sin olvidar a sanitarios, que tanto hicieron. Un Memorial que duraría un día, con diversos actos, todos en torno a los que se fueron, algunos, como decimos, sin el acompañamiento de la familia, por lo cual, crearíamos un acto conmemorativo para despedirles y calmar todos aquellos duelos que siguen dañando por no haber podido despedirse… Un acto que coincidiría con el quinto aniversario del inicio de aquella terrible pandemia… Un acto que requiere una preparación, pues los detalles que contiene son numerosos, que iniciaremos a nada que contemos con los correspondientes permisos y que, repito, tendría que ser en ese escenario. Por ello, pediremos audiencias al alcalde y al responsable de Cultura de Palma».

La fiesta de los filipinos

En uno de nuestros paseos llegamos a la plaza de las Columnas, observando como nueve mujeres y un hombre están dando como unos pasos de baile. «Estamos ensayando un baile típico de nuestro país», nos dice Paterna, una de las mujeres, haciendo un alto. «Somos filipinos, unos de Manila, otros de Cebú –añade–, que nos vinimos en distintas épocas a trabajar a Mallorca, llevando algunos de nosotros cerca de 35 años residiendo en Palma».

El grupo de filipinos, en un alto del ensayo del baile en honor al Santo Niño que estaban realizando en la plaza de las Columnas. Foto: Click

El ensayo del baile es porque en la última semana de enero se celebra la festividad del Santo Niño, «que es nuestro patrón, por el que sentimos una gran devoción, y vamos a bailar antes de que comience la misa que se celebrará en su honor en la parroquia de San Pío, que es la iglesia de la comunidad católica filipina de Palma». Todos están bailando bien, y a medida que bailan lo hacen mejor. Y eso que bailan sin música, pero no importa, la maestra de ceremonia, que sabe lo que lleva entre manos y hace que, poco a poco, vayan mejorando, les llama de nuevo la atención... Y vuelta a empezar. Sin música, pero con la melodía en la mente, retoman el baile, que, como decimos, van mejorando a medida que van repitiendo. «El baile –apostilla– se llama sinulog».

La imagen del Santo Niño fue regalada por Fernando de Magallanes al reyezuelo de Cebú el día en que este se convirtió al catolicismo, bautizándose junto con su esposa, por lo que es el símbolo religioso más antiguo de Filipinas. En la actualidad se encuentra en la catedral de dicha ciudad en una urna, según se dice, a prueba de balas.

Pues ya ven de lo que se entera uno callejeando por Palma, y más, si como en este caso, te encuentras con un colectivo inmigrante que está preparando la fiesta de su patrón. Y es que la calle es como la escuela de la vida. Prácticamente todo está en ella.