A sus 35 años, Irene Bonnin es una Otaku veterana que preside la asociación cultural Shinigamis de Mallorca.

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De Tokyo a Palma y de Ciudad del Cabo a Toronto, este 15 de diciembre se festeja alrededor del mundo el Día del Otaku, una fecha que aglutina a lectores de manga, consumidores de anime y demás elementos de la cultura japonesa moderna. Esa militancia -en ocasiones fanatismo- se expresa también a través de la ropa y otros arreglos estéticos, como el cosplay, como se conoce a la práctica de disfrazarse de un personaje. De estas y otras cuestiones charlamos con Irene Bonnin, presidenta de Shinigamis de Mallorca, una asociación sin ánimo de lucro consagrada a esta contracultura llegada del país del Sol Naciente.

Un dato para situarnos y tomar conciencia de la inserción social del fenómeno Otaku: «En Mallorca hay más de 5000. Esta es la cifra que hemos reunido en alguno de nuestros eventos», afirma la entrevistada. En Japón, el término Otaku se usa para describir a una persona fanática o con aficiones obsesivas por cualquier tema, y se aplica indistintamente a hombres y mujeres. Tras esta definición, lo primero que se nos viene a la cabeza es aquella persona que, de niño, eludía el ejercicio físico y se pasaba el recreo oculto en el aula devorando un cómic. Y aunque este bien podría ser el retrato de un Otaku, lo cierto es que «se puede ser Otaku y compaginarlo con otras actividades perfectamente convencionales, somos gente normal», apunta con una sonrisa Bonnin. Pese a todo, no esconden una ligera propensión por «la excentricidad», que no va más allá de «llevar una camiseta distinta, el pelo de otro color y disfrazarnos de vez en cuando».

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Los Otaku que sí toman distancia social se encuentran en Japón, «son los hikikomori, y llevan el hobbie al extremo. Algunos no salen de casa, se han quedado enclaustrados». Afortunadamente, esta rama no está generaliza, mucho menos entre los Otaku occidentales. Por su parte, el arco de edad de esta tribu urbana es más flexible que la moral de un político, y encontramos desde aficionados de apenas 5 años hasta hombres de negocios que superan los 50. Los puntos de abastecimiento de esta sub-cultura nipona están bien nutridos.

«El merchandising es mucho más accesible hoy que hace 15 años, disponemos de buenas tiendas donde se pueden encontrar camisetas, cómics, libros, disfraces…», confirma Bonnin, quien se adentró en el universo Otaku siendo una niña. «Ahora tengo 35 y creo que empecé a los 5 cuando veía en TV3 Bola de Drac, Ranma, El Dr. Slump, Saylor Moon y otras series. Luego, a partir de los 16 años, fue cuando descubrí que hay libros, cómics y otras cosas detrás de esos dibujos animados, y vienen de Japón. Fue ahí cuando comenzó esa rueda de conocimiento por descubrir todo este mundo».

Reconoce Bonnin que el Día Internacional del Otaku «es una celebración un poco marketiniana y no vamos a hacer ningún acto especial». En cambio, Shinigamis de Mallorca sí se vuelca con el día del niño en Japón, el Kodomo no Hi, que se celebra en mayo. «Es una festividad que hemos hecho nuestra, la celebramos organizando muchas actividades relacionadas con la cultura japonesa». Me despido de Irene esperando un ‘sayonara’, pero me aclara que «tan solo utilizamos alguna expresión japonesa entre nosotros, esto lo marca el contexto, de lo contrario nos mirarían raro», apunta con ironía.