Así que, visto lo visto, el viernes hablamos con Ramón, coautor del libro, policía local de Palma en activo desde 1991, con diversas responsabilidades hasta la fecha, pues entre 2004 y 2021 se dedicó a la formación de policías locales, voluntarios de protección civil, personal de emergencias y bomberos en la Escuela Balear de Administraciones Públicas (EBAP), y desde el 2021 al día de hoy ejerce de agente de la Unidad USEI (Unidad de Seguridad Integral), prestando servicio en la calle, ya sea en peleas, accidentes de tráfico ,atendiendo quejas o lo que salga siempre con vocación de servicio público.
Aunque sea de pasada, ¿cómo vivió aquellos acontecimientos en que policías inocentes, compañeros suyos, entraban en la cárcel…?
-Se lo puede imaginar. Lo veía como un espectador alucinado por lo que estaba pasando. Me afectó tanto que dejé de dar clases, todo porque estaba viendo que no se estaban aplicando los valores que inculcábamos en la escuela, me refiero, entre otros, a la presunción de inocencia y, sobre todo, me afectó muchísimo porque yo conocía a esos policías, íntegros en todos los aspectos, pero que ahora estaban imputados, o en la cárcel, entre ellos uno de mis mejores amigos que fue enviado a prisión porque se limitó a elevar, a través de los conductos reglamentarios, una queja al Consejo General del Poder Judicial dando cuenta de lo que estaba sucediendo, queja que terminó sobre la mesa del exfiscal Subirán, que consiguió mandarle a presidio debido a la queja que había recibido.

El libro 'Caso Cursach' está basado, principalmente, en las cartas que los policías encarcelados mandaban a sus familias desde presidio. ¿Fue fácil conseguir esas cartas…?
-Cuando nos plateamos escribir el libro, de verdad que no fue fácil convencer a esos compañeros para que nos facilitaran las cartas, todo porque había mucho pánico ante lo que estaba sucediendo y, sobre todo, a cómo se estaba aplicando la Justicia. De ahí que solo fueran cuatro los que nos las proporcionaron. Pero cuando fueron absueltos, otras once personas me las dieron, y en cuanto a publicarlo… Pues aguantamos hasta que hubo sentencia absolutoria; una vez publicado, otros compañeros nos hicieron saber que contáramos con ellos. Es más, en las presentaciones que hicimos del libro, policías que estuvieron en la cárcel y que en principio no nos pasaron las cartas, no tuvieron inconveniente en hablar cara al público, contando su experiencia.
Nos han contado que las ganancias que se obtengan por la venta de los libros no serán para ustedes, los autores.
-Tanto ella, Caty, como yo, decidimos desde el primer momento que las ganancias por venta de libros la donaríamos a una ONG, o asociación, relacionada con personas que están privadas de libertad.
¿Por qué, en vez de con sus nombres, firman el libro con pseudónimos, Acromen, ella, y Dukhas.
-Pues, sencillamente, firmamos con Dukhas, porque en budismo tibetano significa sufrimiento, y como Caty es menorquina firmó con Acronem, que es Menorca al revés. Aparte de eso, no pusimos nuestros nombres y apellidos porque nosotros no somos los protagonistas de cuanto se cuenta en sus páginas, sino que el protagonista fue la gran injusticia que se cometió con personas inocentes.
Antes que 'Caso Cursach', Caty y usted escribieron otro libro, 'Presuntos suicidas'.
-Sí, y lo escribimos porque tanto ella, como yo, somos presuntos suicidas, ya que intentamos quitarnos la vida. Por eso hemos querido escribir nuestra experiencia. Y por eso lo escribimos en primera persona. Yo lo intenté en 1997 y… Pues reconozco que la escritura, y más escribiendo sobre algo que hemos vivido, es la mejor terapia para no volver a caer. ¿Qué si es un libro de autoayuda…? Yo diría más bien que es una lectura que te lleva a pensar que existen las segundas oportunidades, incluso las terceras…
También tenemos entendido que ambos formaron parte de AFASIB, o Asociación de familiares y amigos de supervivientes del suicidio de Baleares.
-Sí, es una Asociación que a lo largo de siete años ha funcionado a pleno rendimiento, apoyando a familiares y amigos de suicidas, consiguiendo con ello hacerles más fácil el duelo, que el del suicidio es muy doloroso. Hicimos muchas cosas al respecto, como carreras coincidiendo con el Día Internacional de la Prevención del suicidio. En algunas llegaron a participar hasta quinientos corredores. También dábamos charlas sobre el suicido en los colegios, charlas a modo de prevención, creamos el llamado GAM, o Grupo de Ayuda Mutua, que llevó a cabo una gran labor…
Está usted hablando en pasado, ¿no?
-Sí, ya que, recientemente, AFASIB, como tal, ha dejado de funcionar, todo por falta de ayudas. Sí, La Fundación la Caixa colaboraba en los eventos y algún proyecto, pero no así las instituciones públicas, sobre todo las que tienen la competencia de la Salud y Salud Mental. Sí, cuando hacíamos un acto, las carreras, por ejemplo, venían algunos de los miembros de dichas instituciones, se hacían la foto, se marchaban y hasta el año que viene.
Bueno, a día de hoy, tampoco nos extraña mucho que pasen esas cosas. Sin embargo, tenemos entendido que el Govern tiene el denominado Observatorio del suicidio.
-Sí, así es. Y está haciendo muy buena labor, pero el Observatorio no se dedica a ayudar al familiar del suicida, por ejemplo, o al exsuicida, sino que más bien hace análisis sobre la realidad del suicido, causas, perfiles, etc. Pero, como digo, ayudar a personas que han vivido un suicido, a base de un programa de tratamientos terapéuticos… Pues no.
Sin embargo…
-Sí, intuyo que la pregunta tiene que ver con que hay apoyos para otras cosas que tienen que ver con la vida. Sí, los hay. Hay ayudas para campañas para evitar accidentes de tráfico, campañas contra la violencia de género, que incluso tiene un ministerio, lo cual me parece muy bien. Me refiero a que las haya. Pero, teniendo en cuenta que si al año hay 200 accidentes de tráfico y 60 personas muertas al año por violencia de género, en suicidios la cifra asciende a 4.000, y las ayudas que se reciben son cero.
Y una última pregunta. ¿Hay un tercer libro en marcha?
-Pues sí. Girará en torno a un cochiborri, un simpático animalito, mitad cochinillo, mitad borriquito. Un libro sobre valores… Un libro para los niños.
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