Cabeza femenina (Sibila).
En el Siglo de Oro español, la melancolía cristaliza y adquiere fuerza y originalidad. Franceses e ingleses dan por incontestable la negra melancolía del pueblo español, una «república de hombres encantados», la nación más grave y seria, la más proclive a la soledad y la meditación. Y en efecto, el síndrome melancólico se va a convertir en la condensación simbólica del espíritu de crisis con que se vive la experiencia de la modernidad.
En las artes plásticas, en la novela y el teatro, en la medicina y en la teoría moral, la melancolía hispana fue capaz de reunir en un territorio común un abanico amplísimo de temas, ideas y síntomas. Se yergue así como el paisaje de fondo de uno de los momentos más apasionados, brillantes y complejos de nuestra historia, en un contexto de intensidad espiritual, crisis religiosa, megalomanías políticas, tensiones sociales y ruina económica.