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La recuperación de prácticas habituales en los primeros años del ‘boom' turístico en Baleares, a mediados del siglo pasado, cuando los trabajadores se alojaban en los propios establecimientos hoteleros por la falta de vivienda se repite ahora, casi sesenta años después. Los motivos actuales son diferentes. El problema principal es el precio desorbitado de los alquileres. Las redes sociales están invadidas de mensajes de personal que tiene previsto incorporarse en las próximas semanas y no logra encontrar un alojamiento asequible. Vista la experiencia del pasado año, las cadenas quieren garantizar la estabilidad de sus plantillas y habilitarán habitaciones para alojar a sus trabajadores. Es una fórmula que ya se puso en práctica recientemente en Eivissa al destinar plantas de hospital para alojar a sanitarios en los meses del verano.

Extremar el control.

La medida que han adoptado algunas cadenas debe llevar aparejado el cumplimiento de todas las normas de habitabilidad de estos espacios para alojar al personal, condiciones que deben quedar garantizadas tanto por el compromiso empresarial como por el control efectivo por parte de los organismos públicos implicados. La apuesta pone de manifiesto, una vez más, la capacidad de reacción de nuestro sector turístico para hacer frente a las adversidades; pero en ningún caso sería aceptable poner en riesgo su prestigio. Las propias cadenas deben ser las primeras interesadas en evitar cualquier tipo de abuso en este sentido. Y en ello están.

Otro toque de atención.

La iniciativa empresarial se añade a la dramática situación del mercado inmobiliario en las Islas, viciado en buena medida por la falta de reacción de las instituciones para resolver un problema que lleva detectándose desde hace muchos años. Las soluciones no pasan por medidas coyunturales o populistas. La Administración debe ser el motor que impulse un cambio radical de la situación de manera urgente.