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Por primera vez en su historia laboral, Baleares superó durante el mes de mayo los 600.000 afiliados a la Seguridad Social y la tasa de paro se situó en el 4,6 por cien, lo que significa una situación de pleno empleo. Pero las empresas de las Islas necesitan mano de obra porque no consiguen cubrir los puestos de trabajo. La consecuencia es que la falta de personal se ha convertido, hoy, en la primera preocupación de numerosos empresarios.

El problema es acuciante y lastra la actividad económica; también dificulta la inversión en un escenario de intensa recuperación tras la pandemia de la COVID y el potente inicio de la temporada turística. No se vislumbran soluciones inmediatas y nos hallamos, por tanto, ante un déficit estructural que se ve agravado por la falta de viviendas a precio asequible, lo que impide la llegada de nuevos trabajadores para atender la alta demanda de los meses de afluencia turística. Como advierte el presidente de PIMEM, Jordi Mora, por la falta de personal las empresas no funcionan al cien por cien y no desarrollan todo el potencial de su actividad.

Sectores más perjudicados.

Hostelería, construcción y agricultura son los sectores más perjudicados. Las dificultades para conseguir mano de obra son el segundo factor con mayor incidencia para dinamizar la actividad productiva, después de la incertidumbre sobre la evolución de la economía y la inflación, y con mayor peso que la financiación externa o la disponibilidad de recursos propios.

En juego, los fondos Next Generation.

Es el momento de abordar este problema y aportar propuestas para solucionarlo porque hay en juego el aprovechamiento de los fondos Next Generation UE, que tienen fecha de caducidad. El sector de la construcción, por ejemplo, necesita en las Islas unos 9.000 trabajadores más para la ejecución de proyectos y la agilización de numerosas inversiones que se vienen demorando desde hace meses, tanto obras de nueva planta como de reforma y rehabilitación.