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Las elecciones generales más inciertas de los últimos tiempos arrojaron una ajustada victoria del Partido Popular (136 escaños), un resultado del todo insuficiente para gobernar y lejos de las expectativas que acumulaban los conservadores. A la formación de Núñez Feijóo tampoco le alcanza con Vox (33), que protagonizó un retroceso significativo y se dejó por el camino 19 diputados. Feijóo ganó, pero no llegará a La Moncloa. En el otro bando, a la izquierda del hemiciclo, aparece el PSOE, la segunda fuerza más votada y con un Pedro Sánchez resistente. Los socialistas mejoraron ligeramente sus resultados respecto a los comicios de 2019 y han pasado de tener 120 escaños a 122, aunque la posibilidad de que Sánchez renueve su presidencia está condicionada al apoyo de Junts, que no ha cerrado la puerta a un posible pacto.

El bloque de izquierda.
Si las cuentas de la derecha no cuadran, los números de la izquierda tampoco. La unión de PP y Vox suma 169 escaños, a siete de los necesarios para gobernar, mientras que PSOE y Sumar totalizan 153. La formación liderada por Yolanda Díaz, que concurría por primera vez agrupando diversas marcas, logró un resultado aceptable (31), pero por debajo de las cifras que obtuvo Unidas Podemos hace cuatro años (35). La euforia de Pedro Sánchez a su salida al balcón de la sede socialista en la calle Ferraz está más que justificada. Aguantó el embate del PP e incluso tiene opciones de ser investido.

Un abanico más amplio.
Con la gobernabilidad en el aire, aunque con un abanico más amplio para poder pactar en manos de Sánchez, tampoco hay que descartar la posibilidad de que deban convocarse nuevas elecciones. Diciembre sería el mes más probable. En clave balear, el PP fue el partido ganador. Con 178.000 votos, su porcentaje creció casi un 13 por ciento. El PSIB fue la segunda fuerza con más apoyo y superó los 151.000 votos, casi un 5 por ciento más que en 2019.