Era un secreto a voces, pero durante las últimas horas ha adquirido dimensión pública: IAG ha renunciado a la compra de Air Europa. Hace un par de semanas que el holding de Iberia había arrojado la toalla. Cabe remontarse al 22 de julio y a una reunión celebrada en Bruselas para encontrar una de las fechas definitivas de la ruptura. Fue en este encuentro con representantes de la dirección general de Competencia cuando Iberia decidió no hacer más cesiones y abortar la compra de su eterno rival. La ruptura conlleva el pago de 50 millones de penalización a Globalia.
Recelo de Europa.
Europa siempre había contemplado esta operación con recelo, fundamentalmente, porque la absorción de la aerolínea mallorquina podía generar una situación de monopolio y amenazar la libre competencia. La última propuesta de IAG contemplaba la cesión del 52 % de las conexiones que opera Air Europa, un porcentaje que no ha satisfecho las expectativas de los responsables de la Comisión Europea. Sin duda, se trata de una mala noticia para los accionistas de IAG.
La familia Hidalgo.
La otra cara de la moneda es Globalia y la familia Hidalgo, estrechamente vinculada a la Isla. Desde esta perspectiva, es indiscutible que la renuncia de Iberia es una excelente noticia para Mallorca. Y probablemente para los consumidores. Con sede fiscal en Llucmajor y una facturación anual de casi 3.000 millones, la compañía tiene un millar de empleados y un enorme ligazón con Balears, forjado a base de años. Es una evidencia que si Air Europa hubiera acabado en manos de Iberia su relación con la Isla se hubiera resentido de forma notable en todos los sentidos. En este escenario y fulminada la incertidumbre que ha acompañado a esta operación es lógico advertir que Iberia pierde, pero Mallorca gana.