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El Ajuntament de Palma ha prolongado hasta 2027 el desmantelamiento del poblado de Son Banya, que empezó en 2021 y que debía acabar en breve. En realidad, de las 95 demoliciones de chabolas previstas, sólo se ha llevado a cabo el 29 %, por lo que el operativo acumula un notable retraso. Durante todo este tiempo, las obras se han encontrado con contratiempos continuos: desde la aparición de amianto y otros materiales tóxicos, hasta la oposición física de algunos vecinos del gueto, que no quieren quedarse sin casa y no aceptan su reubicación en otras barriadas. Lo cierto es que hace más de dos décadas que los responsables municipales, de unos y otros partidos, han tratado de clausurar el poblado ilegal, pero por uno u otro motivo nunca se ha podido consumar. Sin duda, la presencia de tantas infraviviendas donde viven menores y ancianos, junto a puntos de venta de droga, se ha convertido en una de las grandes asignaturas pendientes de Ciutat.

El caso de ‘El Charly’.

Las relaciones entre el poblado y Cort se habían normalizado e incluso estaban en una fase de ‘luna de miel’ después de que Carlos Cortés ‘El Charly’, el patriarca de Son Banya, se hubiera aproximado a determinados políticos; incluso llegó a obtener varias subvenciones municipales para federaciones que él controlaba. Sin embargo, su detención en una reciente e importante operación antidroga, y su posterior ingreso en la prisión de Palma, han dinamitado aquella relación.

Punto de vista policial.

Desde el punto de vista policial siempre se ha defendido que Son Banya, tal y como existe, facilita la labor de los investigadores, ya que un número muy elevado de narcos opera en el mismo lugar (por lo que son más fáciles de controlar). No obstante, Palma debería tomar una decisión definitiva con el futuro del poblado –mantenerlo o derribarlo– y actuar en consecuencia. Todo lo demás es perder el tiempo.