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Las encuestas alumbran un posible gobierno balear de izquierdas. O, en su defecto, uno del PP con el apoyo de Ciudadanos. En cualquier caso está asegurada una legislatura muy movida. En caso de que sea la izquierda la que gobierne, una de las medidas inmediatas será eliminar todas las locuras obsesivas contra el catalán que durante estos cuatro años ha impuesto José Ramón Bauzá. Como el partido anticatalanista habrá obtenido representación, saltará con espadas flamígeras contra las medidas para favorecer de nuevo al catalán. Así que tendremos una legislatura inversa a la ahora finalizada, en cuanto al tema lingüístico. Serán los anti los que se movilizarán. Es verdad que son pocos, que no van a conseguir sacar ni un par de miles de personas a la calle -nunca lo han hecho- y que no dominan el agitprop que tan bien controla la izquierda y sobre todo el nacionalismo. Sin embargo la mera presencia en el Parlamento de Ciudadanos augura diversión por este lado. El que seguramente no estará para nada divertido será el PP, porque en caso de perder el poder, los que han callado y, no pocos, aplaudido a Bauzá se lo comerán por los pies y el partido rolará hacia otras posiciones muy diferentes a las actuales, en todo y específicamente en la cuestión lingüística. Si gobierna, por el contrario, PP más Ciudadanos, de nuevo vamos a gozar de cuatro años maravillosos en cuanto a agitación de calle contra el ejecutivo. Y qué decir de lo que esperará en ese caso a los profesores de la Asamblea de Docentes y sindicatos nacionalistas: otro festival cuya magnitud será superior al ya padecido estos años. Un gobierno con un Bauzá al frente espoleado por Pericay podría alcanzar cotas de delirio que a estas horas no pueden ni siquiera imaginarse. En fin, que pase lo que pase el día 24 de mayo, en las urnas, parece que la tan movida y entretenida legislatura vivida estos últimos cuatro años bien podría verse superada por la próxima