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La vuelta de José Ramón Bauzá a la actualidad política no se basa en su -ignota- actividad como senador. Sino por su delirante aspiración a volver a ser presidente del PP balear y cabeza de cartel electoral de su partido en las elecciones autonómicas de 2019. Increíble. Dejó al PP con los peores resultados históricos en urnas, con un diferencial autóctono muy negativo claramente imputable a su gestión –el partido sin él siempre había tenido más voto que su referencia nacional, tras su paso por el Govern esa diferencia quedó prácticamente en nada- y pretende volver a liderar la formación conservadora. Sin palabras. Siendo espectacular su intento de regreso, más llamativo son sus promesas estelares. Menos catalán, trilingüismo y fuera ecotasa. ¿De veras ha entendido algo, como dijo haber aprendido, de lo que le pasó? Parece obvio a la luz de lo que dice que no. Que su obsesión lingüística se mantiene incólume, inasequible a la realidad político-electoral que muestra que esto no mueve a favor ni en contra a porcentajes significativos de votantes. Que su fantasmagórico trilingüismo sigue cabalgando entre sus neuronas sin estar contaminado en lo más mínimo por el sentido común que brilló por su ausencia durante su mandato en el que se empeño en imponerlo a lo cutre sin sentido, y esto sí que le reportó un severo correctivo en urnas. Y que añade ahora a sus ya conocidas patologías político-ideológicas la ecotasa, como si ésta fuera de la de 2002, cuando de la actual ya ni siquiera hablan los grandes hoteleros que se opusieron a ella por obligada escenografía, más que nada. Ah, y le apoya José María Rodríguez. Por si faltaba algo.