La Biblia está plagada de bestias. Nada menos que 136 especies animales aparecen en las Sagradas Escrituras (algunos exegetas aseguran que más, acaso porque cuentan los imaginarios), con pezuña hendida o almohadillas en manos y pies, puros o impuros, inmundos o simbólicos, que vuelan y que se arrastran. Naturalmente, al ser un libro pastoril abundan los que se pueden comer, como cabras, carneros, ovejas y chivos, pero como donde hay ovejas hay lobos, también son bíblicos los leones, las serpientes, las langostas, los caballos de guerra y las abominaciones, tales cerdos y cisnes. Y por si no lo sabíais, queridos niños y niñas, a todos trata la Biblia con gran imparcialidad. «El destino de animales y seres humanos es idéntico; como mueren unos, así mueren otros» (Eclesiastés, 3:19). Poco más podríamos añadir, salvo que hay una excepción. El animal bíblico más importante, que ni ha muerto ni morirá. El becerro de oro, efectivamente, símbolo bovino (el pecado del becerro) de notable modernidad, incluso de gran actualidad, que trasciende las costumbres y creencias hebreas. Moisés se enfadó muchísimo cuando al volver del Monte Sinaí con las tablas de la ley se encontró al pueblo elegido adorando a un becerro, pero aunque de inmediato destrozó ambas cosas (las tablas y el dorado cornúpeta), fue un gesto simbólico, un farol, y tanto las leyes divinas como el becerro bíblico siguieron y siguen tan campantes. Sobre todo el becerro, que hoy tiene altares (con parqué y luces brillantes, con paneles donde aparecen números sagrados, con una zarza ardiente que habla) en todas las grandes ciudades del mundo, y antes de tomar decisiones, todos los gobernantes del planeta se postran ante él y le adoran. El pecado del becerro, queridos niños y niñas. Puede que humanos y animales mueran igual, pero no viven igual. Por la propensión milenaria de adorar a ese becerro que sacó de quicio a Moisés hace Dios sabe cuándo. La Biblia está plagada de bestias, pero ninguna tan brutal como el fabuloso becerro de oro. ¿Y qué hace el jodido animal? Nada. Relucir. Ser amado sobre todas las cosas. Sí, menuda ordinariez de fábula. Pero qué le vamos a hacer si es bíblica, y este becerro es así.
Fábula del becerro de oro
11/04/21 0:00
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