Lo mismo está sucediendo ahora. Madrid prometió vacunas suficientes para todos. En Balears solo pudieron vacunarse un 10,5 % de la población, a trancas y barrancas, dado que pararon una semana por una vacuna dudosos. Finalmente nos enviaron las dosis contra la COVID-19 vacunándose 42.090 personas (el 83,3 %, de las 50.480 dosis recibidas). Algunos apuntan que en junio estaremos vacunados el 70% de baleares; otros opinan que terminará la vacunación en septiembre. Existen tantos pareceres entre políticos y virólogos que ya no podemos creerles. Solo queda esperar y ver el desenlace de cada día.
Desde todos los ámbitos, y países, se exige mayor número de vacunas, lo único que nos protegerá del virus que, aunque no desaparezca, algo es algo. Tenemos tres o cuatro marcas de laboratorios, pero lo gracioso es que el mundo está dividido entre aliados y enemigos: unos compran en países afines políticamente; mientras que otros no tienen acceso a determinadas marcas, según la ideología. Ja tenim la Seu plena d'ous . Nosotros pensábamos que al pertenecer a la UE formaríamos una verdadera unión: ayudándonos, defendiéndonos, curándonos, en una palabra, creíamos que no habría más guerras; tendríamos idéntica igualdad, los jóvenes tendrían trabajo y se ganarían la vida estupendamente bien.
Parece que la Unión Europea se desinfló. Ahora los Veintiséis miembros actúan a su aire: unos no quisieron pasarse al euro, otros no aceptan las leyes comunitarias, en algunos países no admiten migrantes: estamos en un batiburrillo de mucho cuidado. Los políticos cada día son más débiles e inexpertos, sin prestigio ninguno. Mientras, los países ricos se echaron para adelante y compraron vacunas directamente a laboratorios: al resto que les parta un rayo. Egoísmo al cuadrado.
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