Los diputados de Més no dan en el clavo al reclamar el establecimiento de un cordón sanitario en torno a la sección balear de Vox. No está ahí el problema. La clave se encuentra en el espectáculo de la lluvia de balas por correo que ha teñido de ira y nervios la campaña electoral madrileña. El envío de proyectiles que antaño fueron reglamentarios en las fuerzas de seguridad y en el Ejército ha otorgado a la egocéntrica contienda capitalina un aroma de lejano y salvaje Oeste americano que evoca las viejas trifulcas de Kansas City o de Dodge, ciudades sin ley, con sus pistoleros, duelos, ensaladas de tiros cuando les cerraban el Saloon y donde, al final, se imponía la ley del más fuerte. Aquellos condados del Oeste, sumidos en el ruido y la furia y sublimados por las películas de Hollywood, eran, en esencia, tierra de promisión donde todo valía para ganar dinero. A su amparo acudían en caravana gentes de multitud de contornos americanos dispuestos a progresar al precio que fuese.
Hollywood, balas y Madrid
02/05/21 4:01
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