Durante más de dos meses el mundo se paró y nuestras casas se convirtieron en un búnker, donde nos protegíamos de la pandemia. Nuestras vidas se volvieron irreconocibles; nos acostumbramos a vivir amenazados por el aire que respirábamos y nos lanzábamos besos y abrazos por las pantallas. También nos hemos sometido a la tiranía de las incómodas mascarillas. Peor fue para aquellos que fueron machacados de verdad, arrancándoles a familiares o amigos, o cerrándoles negocios de la noche a la mañana. Y qué decir de los abnegados sanitarios, que se desvivieron por todos nosotros, sin más recompensa que los aplausos de las 8 de la tarde.
Ahora, con la primavera, como las golondrinas, llegan también las ansiadas vacunas, como una gran dosis de vitalidad y esperanza que empujará nuestras vidas. Volveremos a abrazar y besar a nuestros hijos y nietos. Volveremos a reunirnos de nuevo con los amigos que llevamos casi dos años sin ver. Volveremos a planear futuros viajes. Volveremos a comer en nuestro restaurante de siempre. Volveré de nuevo al cine, aunque sea para ver Volver a empezar. Y no se inquieten, que todo esto lo encontraremos a la vuelta de la esquina.
Los expertos en salud no se atreven a asegurar que este sea el fin de la pandemia. Aún quedan muchas dudas por resolver. Pero, ciertamente, la mayoría de nosotros miramos el futuro con una cierta ilusión.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.