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Esta semana pasada ha sido muy intensa. Hemos visto el paseíllo de unos treinta segundos de Pedro Sánchez y Joe Biden . Fue un paseo que, según el presidente español, «dio mucho juego». Hablaron largo y tendido, a decir de Sánchez, de la OTAN y de su Ejército; del problema saharaui, la crisis con Marruecos, las buenas relaciones entre España y EEUU o la próxima visita de Sánchez a la capital del mundo. Pero uno no se lo cree. Por mucho inglés que sepa el presidente español, es imposible hablar tanto y de tantas cosas en tan poco tiempo. Es todo más bien un postureo que realidad geopolítica.

Y mientras, Díaz Ayuso va de reina de la capital madrileña. Y, esta vez sí, Biden se reunió con su homólogo ruso, Vladímir Putin , que le ha perdonado –como gran estadista que es– por llamarle «asesino». ¡Bah!, minucias que tienen algunos, que no se enfadan diciendo aquello de «¿por qué no te callas?». La cuestión es que mientras los del Cono Sur se enfadan, Rusia y EEUU se alían y hacen negocios.Y en lo que aún queda de España, salta la noticia de que los tribunales juzgarán al clan de los Pujol ; a todos menos a la ‘madre superiora' por un cuestión de enfermedad.

Y para redondear la semana, ahora el Gobierno quiere indultar a los indepes con la firma del Rey, que ya sería el colmo. Pero creo que no se debe indultar a grupo de personas, cual manada, ni dar un indulto a quien no muestra arrepentimiento. Ni es legal ni moralmente aceptable. Si nuestro Monarca firma eso, sería renunciar a la unidad de España. ¿Firmará? ¿Veremos el fin de una España por culpa de un Gobierno desnortado y el principio del fin de una monarquía llena de historia, desde los Reyes Católicos ?

Estamos viviendo la era del triunfo de la mediocridad; una época sin memoria histórica ni finalidad de próspero futuro. La estulticia ha vencido. Ojalá tuviéramos la templanza de una reina Isabel II.