Un milenio antes de Cristo los antiguos babilónicos ya conocían las ecuaciones de tercer grado, o ecuaciones cúbicas, y en el siglo VII el astrónomo y matemático Wang Xiatong , de la dinastía Tang, hasta resolvía algunas. Pero hubo que esperar mil años más, hasta que en 1545 Gerolamo Cardano publicó su método de resolución, que no era suyo sino del pobre Tartaglia , al que arruinó. Desde ese momento sabemos que no es que las ecuaciones cúbicas no tengan solución, sino que tienen tres, y no necesariamente reales todas ellas. Hay que recurrir al número imaginario i para dar con algunas soluciones, naturalmente imaginarias pero no menos matemáticas. Eso de que un problema tenga varias soluciones (reales o no) en lugar de una sola, saca de quicio a mucha gente, más incluso que si no tiene ninguna y se puede declarar irresoluble. Prefieren considerarlo irresoluble, y esperar que se pudra por sí mismo. Cosa que una ecuación no hace, y de ahí que ciertas cuestiones se eternicen, como el cambio climático o la crisis catalana.
Ecuaciones cúbicas
23/06/21 4:01
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1 comentario
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Genial, como siempre.