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Un milenio antes de Cristo los antiguos babilónicos ya conocían las ecuaciones de tercer grado, o ecuaciones cúbicas, y en el siglo VII el astrónomo y matemático Wang Xiatong , de la dinastía Tang, hasta resolvía algunas. Pero hubo que esperar mil años más, hasta que en 1545 Gerolamo Cardano publicó su método de resolución, que no era suyo sino del pobre Tartaglia , al que arruinó. Desde ese momento sabemos que no es que las ecuaciones cúbicas no tengan solución, sino que tienen tres, y no necesariamente reales todas ellas. Hay que recurrir al número imaginario i para dar con algunas soluciones, naturalmente imaginarias pero no menos matemáticas. Eso de que un problema tenga varias soluciones (reales o no) en lugar de una sola, saca de quicio a mucha gente, más incluso que si no tiene ninguna y se puede declarar irresoluble. Prefieren considerarlo irresoluble, y esperar que se pudra por sí mismo. Cosa que una ecuación no hace, y de ahí que ciertas cuestiones se eternicen, como el cambio climático o la crisis catalana.

Ecuaciones cúbicas de manual. Según los murmullos políticos de los últimos días, puede que el Gobierno indulte hoy a los presos catalanes, con el fragor apocalíptico que es de imaginar, pero lo hagan hoy o esperen a la semana próxima, les conviene saber que sólo han planteado la ecuación, y están lejos de resolverla. Yo la resolví hace años, y me salieron dos soluciones reales, y por tanto muy jodidas, y una imaginaria porque el discriminante de una raíz cuadrada era negativo. Primera solución, que es la que le gusta al PP. Conflicto permanente y cárceles más grandes, confiando que pasarán años hasta alcanzar la conflictividad de Gaza, por ejemplo. Segunda, la preferida del Gobierno. 73. Excelente número primo, pero que no sabemos qué significa aquí. Quizá remita a cuando el cambio climático nos socarre a todos, y ya de igual. O a que Junqueras gane unas elecciones autonómicas con el 73 % de los votos. Resultado exacto, pero enigmático. Tercera solución, no real, que resuelve definitivamente la ecuación.

Que España exija el referéndum de una puta vez, y para colmo de irrealidad, los indepes ganen. Jodidas, las ecuaciones cúbicas. Pero establecen una gran verdad. Si para resolver un problema hay que recurrir a números imaginarios, se recurre.