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Navegando por la red he descubierto la web de La Moncloa. Se inicia con una fotografía de El Escorial y una breve introducción a la historia de España, a la que se refiere como ‘país’, en vez de seguir el patrón del lenguaje constitucional, que habla siempre de España o de Nación Española. Lo que subrayo por tratarse de una página oficial, del Gobierno, cuyo lenguaje desvela sus valores y desvalore, y anticipa acciones y propensiones. Ningún signo o detalle, como el de país por nación o estado ni las omisiones en el relato histórico que reseñaré son baladíes. Pues al lenguaje le sigue la acción que aquel anuncia. No puede ignorarse que usar ciertos conceptos, u omitir determinadas realidades, es rendición en la metafórica guerra del lenguaje; o craso error; que como acuñó Talleyrand , en política, es peor que el crimen.

Después, saltando sobre el relato histórico, me situé al momento de la abdicación de Amadeo I y proclamación, el 11 de febrero de 1873, de la Primera República. Momento de los menos conocidos de nuestra historia. El relato histórico señala, como no podía ser de otro modo, que su trayectoria fue brevísima, perviviendo solo hasta el 29 de diciembre de 1874. A pesar de que cupieron las presidencias sucesivas y nada pacíficas de Figueras , Pi y Margall , Salmerón y Castelar. Pasando de puntillas sobre el cantonalismo y las otras guerras coetáneas. No refiere, la web gubernamental, que, tras el pronunciamiento del general Pavía , que disolvió la Asamblea Nacional el 3 de enero de 1874, la república prosiguió su andadura y que tuvo un quinto presidente; ni que Pavía, temeroso de un gabinete cantonal, impuso siguiera como república unitaria autoritaria y como dictador al frente de la misma, al general Serrano , duque de la Torre, que ejerció con plenos poderes hasta el 29 de diciembre de mismo año, en que se produjo la restauración monárquica, en la persona del primogénito de Isabel II, Alfonso XII , tras la sublevación, en Sagunto, del general Martínez Campos.

Lo que dio como resultado que la primera de las repúblicas españolas, para desconsuelo de tantos republicanos sin modelo claro de república, fue, la mitad de su existencia un desgobierno sin paliativos y la otra mitad una dictadura, pura y dura. Así terminó la Revolución llamada enfáticamente Gloriosa, lo que no se infiere, sin embargo, del relato histórico gubernamental a que me he referido.