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Ante los intentos de asalto a la unidad de España, hemos vivido con cierta tranquilidad confiados en que la Constitución establece un procedimiento tan complejo y exigente para cualquier cambio que la afecte (art. 168), que, en la práctica, lo hace imposible. No es ajeno al derecho comparado, pues otros textos constitucionales hacen lo mismo respecto a las materias que declaran irreformables. Así pues, para que una iniciativa de modificación rompa la unidad de España es preciso que se debata en el Pleno del Congreso y del Senado; si los dos tercios de ambas Cámaras la aprueban, se disolverá el Parlamento. Las nuevas Cámaras, salidas de unas nuevas elecciones, deberán ratificar la decisión tomada por las anteriores y tramitarán el proyecto de reforma. A continuación se someterá a referéndum y si el número de votos afirmativos es mayoría, quedará aprobada la reforma.

La Constitución previno hasta la aberrante circunstancia de que un enemigo de la unidad de España llegara a ocupar La Moncloa con esa cerradura a prueba de bombas y, por ello, hemos venido durmiendo tranquilos. Pero hete aquí, que el vientre monclovita, fecundado por el ínclito Zapatero experto en negociaciones claudicantes, que pastorea a insignes juristas, dicen que liderados por Conde Pumpido especialista en limpieza de togas sucias del polvo del camino, ha dado a luz un ratón al que se refieren como Derecho creativo.
Esa criatura llega al mundo con un pan bajo el brazo en forma de un referéndum sucedáneo del de autodeterminación, que es el que exigen los soberanistas. Una capacidad de celebrar consultas no vinculantes cuya eficacia el mismo presidente del Gobierno del Reino de España podría reconocer como suficiente para justificar la rendición del Estado. Culminaría así el cúmulo de arbitrariedades y desafueros cometidos desde aquel día en que Rajoy fue sustituido en el Congreso por el bolso de la vicepresidenta.

No es de recibo que para conseguir alargar un par de años la supervivencia del Gobierno se pueda poner en peligro la existencia de una nación milenaria por cuya supervivencia han dejado la vida miles de españoles a lo largo de su historia.
Habrá que ir pensando en la Defensa creativa de España.