TW
5

El auténtico striptease del régimen comunista cubano, llamando a sus bases –la mayor parte de ellas, policías y militares disfrazados de civiles– a luchar a batazo limpio contra su propio pueblo y contra las lógicas ansias de libertad de una ciudadanía harta de los embustes y delirios del socialismo real, no solo ha mostrado las vergüenzas de la oligarquía poscastrista, sino que también deja en pelota picada a nuestra izquierda, tan dada a hablar de fascismo a las primeras de cambio y tan poco proclive a reconocer que, al menos en el planeta Tierra, el socialismo democrático es una excepción minúscula dentro de la gran familia socialcomunista. Pero, aun reconociendo que la socialdemocracia ha aceptado desde 1945 las reglas del juego del parlamentarismo occidental, convengamos que tiende a aliarse y pactar con partidos que, bajo el paraguas protector de nuestro sistema jurídico, predican lo mismo que los tiranos que campan en las llamadas democracias populares que aún subsisten, que, como todo el mundo sabe, ni son democracias, ni parecen ser hoy muy populares.

Les propongo un juego. Imaginen que mañana salen Pablo Casado o Santiago Abascal y dicen públicamente que la Alemania nazi o la Italia fascista, en realidad, no siendo democracias perfectas, tenían muchas cosas buenas, yo qué sé, como las carreteras, o el pleno empleo, por ejemplo.

Seguro que les cuesta hasta imaginarlo. Sin embargo, convivimos con individuos que incluso ocupan cargos públicos que salen a la palestra a decir que lo único malo del régimen comunista cubano es que los abominables EEUU lo tienen bloqueado, que, si no, aquello sería el paraíso del proletariado.

Hasta Sánchez tiene que morderse la lengua y evitar llamar al régimen cubano por su nombre: dictadura. Cruel, asesina, fracasada, ineficiente, ruinosa, homófoba y machista dictadura, si es que hay que añadirle algunos epítetos justos. Y me quedo corto.

El comunismo es una basura moral e intelectual que seguimos soportando en Occidente como consecuencia del tablero político que resultó de la II Guerra Mundial. Si Alemania no hubiera invadido la URSS en 1941, hoy el mundo sería muy distinto y los tanques de Patton quizás no se hubieran detenido al oeste de Praga y hubieran acabado liberando –como él pretendía– Moscú de la dictadura estalinista, es decir, de la sublimación criminal del pensamiento socialcomunista.

uA Díaz-Canel se le está poniendo cara de Honecker y, a lo peor, hasta de Ceaucescu . La gente, como ocurrió en Alemania Oriental en 1989, se ha levantado pacífica y espontáneamente y ha dicho basta ya de mentiras y de opresión. Y por más que la decrépita seguridad del régimen castrista quiera proteger los privilegios de los sátrapas que han arruinado a un pueblo al que le sobra dignidad -pese a la miseria a la que se ha visto abocado- la suerte está echada. Game over .

En la Alemania Oriental o en Checoslovaquia no había hambruna, ni COVID-19, ni bloqueo económico. Simplemente, falta de libertades y pluralismo. No hay mentira ni mal que dure cien años, y el comunismo es el mayor engaño colectivo del siglo XX, a cuyos estertores finales asistimos, mal que pese a sus adeptos españoles.

Aunque, desgraciadamente, todavía causará mucha muerte, miseria y sufrimiento.