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El martes 3 de agosto del presente año la presidenta Armengol colocó la primera piedra de la Caja de Música que se convertirá en sede de la Simfònica. Ello me provocó una enorme alegría y satisfacción. Se cumplía uno de los sueños por lo que ha luchado un personaje austríaco llamado Josef Egger y que hoy cuenta con 95 años. Por mi parte me permití la libertad de remitir un wassap a la presidenta, aplaudiendo sin ningún tipo de reserva tal decisión; wassap que fue respondido con la siguiente expresión: «És un èxit col·lectiu». Efectivamente, es un éxito colectivo, pero en el cual Josef Egger ha tenido una participación determinante, no en la Caja de la Música, pero sí en la supervivencia de la Simfònica. Veamos.

El sr. Josef Egger es un austríaco que ama Mallorca como su segunda patria y a la Orquestra Simfònica tanto como si de un hijo se tratara. Es así como el sr. Egger empieza el contacto con la Orquestra, allá por los años 2004-2005, con la colaboración en los festivales de Bellver, trayendo, por su cuenta, figuras de la lírica internacional de la talla J. Bota, entre otros.

Su pasión sin límites por la música hizo que el sr. Egger se acercara cada vez más a la Orquestra, hasta el punto que organizó el primer concierto que hizo la Simfònica de Balears nada más y nada menos que en Viena, en colaboración con el Ayuntamiento de esta histórica y monumental ciudad, donde se interpretó la obra de B. Samper ‘Mallorca'. Cumplía así uno de sus sueños, unir el concepto de Mallorca a la interpretación musical desarrollada por la Simfònica de Balears.

Cuando en los años de la crisis, en el 2011, empezaron a percibirse y a conocerse las serias y graves dificultades económicas para la Simfònica, debido a la deuda acumulada por la misma, el Sr. Egger, por su cuenta y riesgo, tomó cartas en el asunto y empezó a idear la posibilidad de constituir una fundación de ‘Amigos de la Orquestra Simfònica', para intentar paliar dichos déficits y servir de plataforma para que la sociedad balear tuviera un canal de colaboración y apoyo, tanto económico como de programación de conciertos, hacia la Orquestra Simfònica y evitar así su cada vez más precaria situación, que podía llevarla a su desaparición.

Después de muchas reuniones, principalmente, y eso si es curioso, con personas de nacionalidad extranjera y algunos de nacionalidad española (principalmente mallorquines), se tomó la decisión de constituir una Asociación cuyo nombre inscrito oficialmente en el registro de asociaciones es Amics de la Simfònica.

Mientras se gestaba la idea y se ponía toda la carne en el asador para constituir dicha Asociación, el sr. Egger desarrolló una frenética actividad encaminada a contactar con los políticos del momento para ofrecerles su apoyo, bajo la premisa de que «hay que salvar a la Orquesta Sinfónica sea como sea; se trata de la joya de la música de las Islas». Soy testigo privilegiado de ello. Pues le acompañé en las reuniones mantenidas con el Ajuntament de Palma, el Consell de Mallorca y el Govern balear.

El objetivo estaba claro, debía hacerse un replanteamiento total de las responsabilidades que cada una de las instituciones antes mencionadas tenía en relación a la Orquestra Simfònica. Este hecho hizo que se abriera un debate, llegando a la conclusión de que lo mejor era que la responsabilidad de control y financiación de la Orquestra quedara en manos del Govern balear, ya que este representa a todos los ciudadanos de las Islas Balears y por tanto a las cuatro Islas.

No olvidemos que en estos años hubo muchas dudas sobre si apostar por la Orquestra, liquidarla o reducirla a casi la mitad. No vale la pena entrar en detalles. Lo cierto y seguro es que gracias el empeño del sr. Egger y algunos más, se hizo un plan de saneamiento de la deuda y se pusieron las bases para una estructura más solida. Es justo reconocer aquí y ahora que la entrega, el sacrificio y muchas renuncias que tuvieron que hacer los músicos de la Orquestra Simfònica para mantener vivo el espíritu de la misma, fue básico y fundamental para hacer viable su continuidad. Lo mismo puede decirse del personal administrativo.

Es así como el gran paso para la consolidación, viabilidad y futuro de la Orquestra se produce una vez el Govern asumió la deuda y el sr. Egger apuesta para que se contrate a los directores J. Hatori y P. Mielgo, abriendo una nueva etapa donde se hace realidad la idea del sr. Egger de hacer compatible la colaboración de lo público y privado. Empieza así lo que yo llamo el nuevo camino de la Simfònica. Camino que consistió y consiste en intensificar los conciertos y hacer toda una estrategia de promoción de la Orquestra Simfònica en el extranjero.

Es gracias a la ayuda de fundaciones privadas y a la nueva política del Govern balear que la Orquestra intensifica su actividad musical en Balears, con diferentes programas para todo tipo de público; desde niños, hospitales, público adulto, así como diversificando los conciertos en las cuatro Islas. Por cierto, ello hace que hoy la Orquestra Simfònica de les Illes Balears sea percibida como tal, y no solo de Mallorca.

Es de justicia reconocer que la apuesta del sr. Egger fue todo un acierto y que hoy, gracias a la decisión del actual Govern balear, con la participación de la iniciativa privada (asociaciones, fundaciones, particulares…), y la entrega de los músicos y sus directores, veamos los frutos que está dando la Orquestra en esta nueva etapa, convirtiéndose en lo que en su momento el Sr. Egger llamó «la verdadera joya musical de las Islas».

Por todo ello, gracias Josef Egger. Balears y la cultura musical de las Islas está en deuda contigo; ya que, sin ningún género de dudas, con tu desinteresada y altruista actuación, hoy la Orquestra Simfònica de Balears puede presumir de ser el orgullo para los amantes de la música en las Islas y también un referente nacional e internacional. Este es el relato de la vinculación del sr. Egger y la Simfònica de les Illes Balears.