Detienen a una mujer en una calle afgana. Un nutrido grupo de hombres, con armas, la observan, mientras dos personajes, uno de ellos presumiblemente religioso, lanza una serie de arengas y obliga a la mujer a arrodillarse. Los milicianos graban todo con sus móviles, pertrechados con sus metralletas. El discurso prosigue. La mujer, silente, permanece de rodillas, humillada. Seguramente se la acusa por no ir totalmente tapada, a pesar de que va cubierta de arriba a bajo, dejando solo su rostro libre. Los soldados, inquietos, se revuelven en torno a ella y siguen grabando la escena. De pronto, el segundo personaje descerraja un tiro en la cabeza de la mujer, que se desploma ante los gritos de los asistentes. Está pasando esto en Afganistán, e imágenes como esta circulan en las redes. Siento vergüenza, rabia, impotencia: años de sacrificios para llegar a este punto, mientras se conoce la desesperación de la gente para huir de un país en llamas, población que ve venir el genocidio, el holocausto al que se ve a someter a un pueblo abandonado por los graves errores cometidos en un pasado no tan lejano. Errores que provienen de estrategias conspirativas, auspiciadas desde Estados Unidos y avaladas por muchos países occidentales.
Terror
Palma22/08/21 3:59
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