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Se ve que a Facebook no le gustan mis publicaciones ecologistas, decrecentistas, anticapitalistas e izquierdistas, y ha decidido reeducarme, si bien, hasta el momento, de forma bastante torpe. Recibo cientos de posts «recomendados para mí». Les cuento alguno y lo que me proponen: Nius: cruceros; Yacht Bible: yates de 100 metros de eslora; Robb Report: más yates de lujo y carnes rojas (?); Electrek.co: más barcos aun, ahora eléctricos; Bloomberg Opinion: la energía nuclear es buenísima; Worldenergytrade: sobra energía en el mundo, tanto del petróleo y gas como renovables; Car and Driver, Autocar, Automoción e InsideEVs: los caros coches grandes y veloces son estupendos; New Atlas e Inceptive Mind: qué buenos son los helicópteros de hidrógeno (!); Unidos por Israel (!): más bondades del hidrógeno; Business Insider y Clean_Technic: viva Tesla y Elon Musk; Teknautas: viva Elon Musk; The National Interest: armas yanquis de vanguardia y ultratecnología, más lo bueno que es el nuevo robot inteligente de Elon Musk.

Y así hasta el infinito, toda una burda campaña de tecnofilia y tecnooptimismo, neoliberalismo, mercado, lujo y consumismo, no vaya a ser que alguien se escape del pensamiento único.

Tampoco se queda corto el Youtube (en realidad, otra red social), que tras cualquier búsqueda (ya sea sobre justicia social, medio ambiente o cultura) no tarda en ofrecerme vídeos de más inventos delirantes que salvarán el mundo, pero sobre todo me recomienda vídeos sobre cosas como las conquistas de los Tercios de Flandes, nuevas armas norteamericanas (en plan tranquilizador), nuevas armas chinas (en plan alarmista), lo majo que es Abascal, biografías de Margaret Thatcher, programas de radio de Carlos Herrera y Jiménez Losantos y charlas de Pío Moa. Eso, y mucho fútbol.

Imagino que en otras redes sociales será parecido. Cuesta creer que sea inocente. Huele demasiado a ingeniería social, a programa ideológico, a manipulación mental planificada. Va más allá de la vieja publicidad televisiva (se supone que no es publicidad, sino sugerencias culturales) y se acerca más a la propaganda (etimológicamente, propagación de la fe, de la fe capitalista en este caso). Hay quien tiene la suerte de contar con herramientas intelectuales críticas para discernir y rechazar, pero… ¿y quienes no?