De todo hay en la viña del Señor: uvas, pámpanos y agraz. Es decir, que en cada aspecto del mundo –incluso en la política– hay siempre cosas buenas y cosas malas. Pero la gente tiende a acordarse de las malas y suele generalizar. Dicen: todos los políticos son iguales, lo que quieren es mandar. Y cuando a uno lo meten en la cárcel por prevaricación y tráfico de influencias, la gente suele afirmar: está muy bien, pero ninguno devuelve el dinero robado. ‘Prevaricación’ es una de las palabritas que más se oyen en los medios de comunicación, referidas a la cosa pública. La prevaricación es un delito que consiste en que una autoridad dicta una resolución arbitraria en un asunto sabiendo que es injusta o contraria a la ley. Tráfico de influencias consiste en lograr que un cargo público dicte una resolución injusta para lucrar a un tercero. ‘Lucrar’ significa sacar provecho de un negocio o encargo. En resumidas cuentas, todo se reduce a dinero, el dinero que según el vulgo los corruptos nunca devuelven. Ya lo decía Quevedo: «Poderoso caballero es don dinero». En el refranero hay lo menos un centenar de refranes sobre dinero.
Las cosas sencillas
El perfume
Palma02/11/21 3:59
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