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Europa, o mejor dicho la UE, lleva tiempo enfrentándose a Polonia, y con razón, por su grave déficit democrático y el desafío polaco insistiendo que sus leyes están por encima de las europeas, y de los tratados de la Unión. Las sanciones, y amagos de severas sanciones económicas, no habían hecho ningún efecto al Gobierno ultra de Polonia, que como el de Hungría, busca la confrontación por motivos de política interna, y hasta parece cómoda en ella. En fin, un largo conflicto típicamente europeo, es decir, sin solución aparente. Hasta que de pronto, incitados por el sátrapa Lukashenko de Bielorrusia, aparecen miles de desesperados inmigrantes iraquíes, afganos o sirios en la frontera polaca, y ante semejante mal mayor (¡Invaden Europa!), inmediatamente la UE se pone de parte de Polonia.

No sólo contempla sin chistar los desmanes de su ejército contra los desdichados, sino que los alienta y aplaude en tanto que garantes de las fronteras de Europa, y redobla las sanciones al tal Lukashenko, el enemigo común que desafía a la desafiante Polonia. Porque si hay algo en lo que la UE no tiene fisuras, y todos están de acuerdo, es el violento rechazo a los inmigrantes, vengan por donde vengan y sea cual sea su estado de salud. Ese es el auténtico enemigo común, el gran espanto, y de ahí los miles de millones que le damos al nada democrático Erdogan para que Turquía defienda la frontera sur.

A su manera. Qué vergüenza, ser europeo. Siempre he envidiado a los pintores, que pueden titular su obra ‘Sin título', a fin de desmarcarse de los escritores y no comprometerse tanto (los títulos comprometen mucho), ya porque el cuadro muestra enseguida lo que es, ya porque no se entiende nada. Tenía muchas ganas de titular así un párrafo, y lo he preferido a ‘Qué vergüenza', porque viendo las imágenes de televisión de la frontera polaca, si por un lado el horror y la miseria moral europea saltan a la vista, por otro no se entiende nada. Cómo puede ser que eso sea lo único en lo que Europa se pone de acuerdo al instante. Incluso con los déspotas. Mejor no titular una cosa tan escabrosa. Ahora el malo es Bielorrusia, por supuesto. Polonia nos defiende. Pónganle el título que quieran.