TW
0

Hay algunas semanas del año –esta, por ejemplo– que vienen con días paréntesis. Los días paréntesis pueden ser de dos tipos: los que suponen uno de faena entre dos de libranza y los que representan la opción inversa: un día libre entre dos laborables. Habrá quienes prefieran los primeros y quienes se inclinen por los segundos. En cualquier caso, los paréntesis tienen sus ritos y, más allá de las reglas de la gramática y la sintaxis, son útiles fuera de cualquier escrito e, incluso, pueden superar el espacio de un texto y funcionar en otro contexto. Constituyen un universo propio, son un refugio interior y un alto en el camino. Todo lo que cabe en un paréntesis puede desarrollar luego vida propia fuera texto donde este (el paréntesis) se utiliza para llamar la atención sobre algo o precisar algún asunto sin que incomode a las palabras de antes y después.

El día que consiga hacerme con un paréntesis épico (que vaya más allá de los días paréntesis que pueda localizar en un año completo) buscaré el modo de ponerme con algo que me ronda desde hace tiempo: escribir un texto muy largo, tal que una novela, en la que el verdadero argumento quede contenido en los paréntesis. De momento, sin embargo, me conformó con señalar la existencia de días paréntesis en determinadas semanas. Los de esta coinciden con el mes punto y final del año y tampoco hay que dejar pasar, sin más, este dato.

Tener opción a días paréntesis a estas alturas del año te sirve para ocuparte un poco de ti antes de la aceleración de cada final de año y de la fanfarria que le acompaña. Queda el consuelo de que este juguetón mes de diciembre ha tenido el detalle de disimular sus festivos con más solera, que son los de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo, en dos fines de semana como los de cualquier otro mes. También de los meses que vienen sin días paréntesis.