El presente nos obliga a auténticos maratones sentimentales. Todo parece información del corazón en formato reality, lleno de gente que ahora siente esto, ahora siente lo otro y ahora no siente nada, qué desastre. Nuestros dirigentes políticos tampoco se cortan a la hora de expresar sus emociones, bastante tumultuosas, y las páginas económicas de la prensa son un melodrama sentimental parecido a las de sucesos. Qué folletín. No es raro que al acabar el día tengamos agujetas emocionales, por exceso de ácido láctico emotivo. Ni siquiera en tiempos medievales, con sus gallardetes al viento, sus caballeros andantes, sus romances y cantares de gesta, sus vistosos torneos, sus juicios de Dios y sus damas cubiertas de brocados, había tal emotividad en el mundo.
Agujetas emocionales
Palma21/02/22 3:59
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