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Tantos años detrás de las pancartas de apoyo al pueblo saharaui para tener que enterarse por el rey de Marruecos que ya no valen pone a prueba la coherencia del PSOE y sus socios de gobierno que, tras tantos años de estrecha relación con los saharauis y sus representantes en Baleares, se queda una vez más en pura palabrería, con tonos jeremíacos en esta ocasión. Al margen de que pueda ser o no un acierto, el inesperado y radical cambio de rumbo de la política exterior española en el Sáhara –en contra de la unidad y firmeza de criterio mantenidos por todos los gobiernos durante los últimos 47 años, la legalidad internacional y la propia identidad política del PSOE–, tiene especial relevancia en Baleares donde iniciativas como la Associació d'Amics del Poble Sahrauí y Escola en Pau abanderan, junto con la delegación reconocida como tal de la República Árabe Democrática del Sáhara, la exigencia de la autodeterminación saharaui frente a la anexión territorial de Marruecos.

Son muy numerosos los políticos y activistas de distinto signo que desde 1985 han expresado su apoyo a la causa viajando a los campamentos del Frente Polisario en Argelia; la escolarización de jóvenes saharauis en Mallorca fue el primer proyecto de estas características en España; después de dos años de pandemia este verano está previsto retomar las Vacances en Pau: niños saharauis pasan el verano con familias de acogida mallorquinas, entre las que se encuentra la presidenta Francina Armengol.

Sin duda, será un momento complicado intentar explicar que la suya ya no es su causa institucional; personal sí, por supuesto, pero no es lo mismo. Y qué decir cuando los jóvenes acogidos pregunten a las familias, o a la presidenta Armengol, por las razones del abandono. El coordinador de Més y la presidenta de la Associació d'Amics han coincidido en el término traición para calificar la actitud del Gobierno y Carme Barceló, de Escola en Pau, con esclarecedora contundencia: «Los dejamos tirados a los pies de los caballos».

A sabiendas que la protesta de algunos diputados socialistas, incluso el presidente del Parlament, Vicenç Thomàs, se sumó a la manifestación a favor de los saharauis, será puramente testimonial y durará hasta que quien corresponda en Madrid haga sonar el silbato de regreso al orden, parece una ingenuidad la confianza de la presidenta de los Amics del Poble Sahrauí en que Francina Armengol será de una de las personas que «ayude a que haya un cambio en el Gobierno español». No lo habrá. Ni ayuda ni cambio. La congruencia con los principios alcanza hasta donde no entra en zona de riesgo el calor de la moqueta y la comodidad del despacho. Podemos es un dechado de aceptar lo que sea, armas para Ucrania, Sáhara marroquí son los ejemplos más recientes, y no mostrar escrúpulo alguno para afirmar que no se rompe ningún gobierno. Més considera desleal al partido con el que sigue formando parte del Govern.

En cualquier caso, quizá haya que irse preparando por si Argelia, además de maniobrar con la llave de paso del gas, incorpora la misma estrategia de presión contra España que Marruecos y las avalanchas de inmigrantes sobre las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla son reemplazadas por oleadas de pateras hacia Baleares, el punto europeo más cercano a la costa argelina.