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En el mundo actual, abunda el absurdo, sin compensación alguna, y un egoísmo creciente por parte de los que mueven las fichas y se creen ser los dueños del tablero. Ya lo pronosticaba Daniel Bensaïd, fallecido en 2010, capaz de ver los movimientos agresivos de la marea neoliberal. La viuda de guerra se pregunta en estos instantes por qué los dos presidentes que practican este tétrico juego del soberanismo de los poderosos, sólo se dedican a dictar leyes para un encarnizado comercio mundial, a rechazar o ahogar los acuerdos sobre medio ambiente que califican de ingenuos y a derrumbar las ilusiones personales de cada abeja de la colmena, para, finalmente, imponer su ley, si cabe según ellos, la fuerza de las armas. ¿He dicho la fuerza de las armas? Vietnam, Irak, Afganistán…

Ya ven que así es. La viuda de guerra se ha de preguntar por qué un presidente, que se supone humano y no siempre humanitario, ha destruido su casa y la de los vecinos, ha arrasado todos sus humildes bienes, ha quemado todos sus derechos y ahorros, ha hundido para siempre su salud física y síquica, ha asesinado a su marido, a sus abuelos, a sus parientes, a sus hijos… ¿Por qué? ¿Dólares, rublos, euros…en manos de los seres más privilegiados y agresivos es todo cuanto se puede esgrimir? ¿Y en medio de esa locura, otro presidente, incapaz de detener el terremoto con las armas diplomáticas y dialécticas, manda a morir toda una juventud envuelta en palabras nacionales porque hay que defender unas ruinas hasta el último aliento? ¿Y qué sucederá? ¿Que al levantarse definitivamente el telón y se discutan las responsabilidades de ambos presidentes, no tendrán otro castigo que el de presentar la dimisión y marcharse tranquilamente a su casa intocable con piscina y caja fuerte del último modelo?

Mal andamos matando y matando, entre cenizas, sin saber exactamente para qué y para quién. Mientras no se resuelva la crispación de los Estados y el valor de sus fronteras, culturales, étnicas, sociales o ideológicas persistirá el abismo. Es la globalización mercantil y financiera, la del brutal endeudamiento del tercer mundo, la de los paraísos fiscales, la de las instituciones corruptas, la del camuflaje de injusticias en el corazón de los derechos fundamentales… y el interminable bla,bla, bla para quien nada entiende.