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El sábado pasado, unas ochocientas personas convocadas por el GOB, construían en el centro de la plaza Mayor de Palma un mosaico humano con las palabras ‘Avui per demà’. La idea era impulsar la recogida de las 7.500 firmas necesarias para poder presentar una iniciativa legislativa popular que obligue a una perspectiva medioambiental, en las políticas que se lleven a cabo desde el Ejecutivo autonómico, los insulares y los locales. Loable. De hecho, la conservación del medioambiente, debería ser responsabilidad de todos, y más en un territorio tan limitado como el insular en el que la finitud de nuestros recursos naturales se hace, si cabe, más evidente.

Sin embargo, ‘el infierno está empedrado de buenas intenciones’ y si hablamos de movilizaciones de este tipo, ni todo es tan verde, ni todo está tan claro. Empecemos por lo más evidente: nutrida presencia de Més per Mallorca. No se puede soplar y sorber al mismo tiempo. Si un partido está en el gobierno, si tienen responsabilidades sobre la materia por la que se moviliza, no entiendo por qué no está trabajando en ello. Sobre todo si va ya por su segunda legislatura. No habrá sido por falta de tiempo.

Así que ¿Por qué no es Més per Mallorca quien elabora esa ley y la lleva a aprobación ante la Cámara autonómica? ¿Para qué se necesita una iniciativa legislativa popular? La respuesta podría ser que la pretensión del GOB es que sea la sociedad civil y no un partido quien la lleve adelante. Pero creer eso sería pecar de ingenua. El GOB tiene la costumbre de permanecer en parada técnica y sus dirigentes callados como puertas, mientras los partidos de izquierda están en el gobierno. Se podría pensar que es porque la izquierda no les da motivos para manifestarse. La realidad es que sería verdad si de lo que se trata es de oponerse a la construcción de autovías, hospitales u otras infraestructuras. Porque ciertamente, los gobiernos de izquierdas, no suelen construir nada (tampoco lo necesario). Sospecho que más que por convicción, por cierta incapacidad para la gestión, de modo que más allá de la ideología y la cosa lingüística e identitaria, todo lo demás es tierra indómita.

¿Motivos para manifestarse entonces? Una segunda legislatura, a un año de las próximas elecciones autonómicas y el saldo en lo que a protección medioambiental (sensata) es cero. Y como se puede pecar tanto por acción como por omisión ¿a qué se debe que el GOB haya tardado tanto en movilizarse? La respuesta está seguramente en algo que apuntaba en el párrafo anterior: estamos a un año de las elecciones autonómicas y para el GOB ha llegado el momento de despertar de la siesta y justificar su existencia (eso sí, sin hacer demasiado daño a los partidos en el gobierno). Decía que quizás el GOB, abanderando esa iniciativa popular (en lugar de que lo hiciera un partido) pretende separarse de lo político e implicar a todos los ciudadanos –con independencia de a quien voten– en su cruzada medioambiental.

Lo cierto es que eso le da absolutamente igual. Como ocurre con otras causas justas, hace ya mucho tiempo que la izquierda (en el caso balear, la separatista) se las apropió de manera que, a quienes no aceptamos el paquete completo, se nos expulsa. Para el presidente del GOB, Amadeu Corbera, el movimiento ecologista fuerte implica «un sindicalismo fuerte, un movimiento por la lengua fuerte y un movimiento feminista fuerte». A los que no comulguemos con alguna de esas cuestiones, que no se nos ocurra pretender que defendemos el medioambiente. No estamos legitimados.