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Si hay alguien aún en los EEUU con cabeza y bien preparado en las trampas de la política,y con experiencia, éste es Henry Kissinger, un hombre que se libró por ser judío, de caer víctima del Holocausto nazi y que, tras emigrar junto a su familia, estudió derecho y ahora, todos quienes le conocemos nos referimos a él como el doctor Kissinger.

A través de mi amigo, el piloto ya jubilado, el comandante Manuel Gimeno, poseo un kimono rojo regalo de Henry Kissinger, y yo le regalé una hermosa acuarela del muro de las Lamentaciones pintada en Jerusalén. Su esposa habla un perfecto español pues ha sido profesora de Lengua Hispánica y posee en Nueva York un centro cultural en donde se realizan infinidad de conciertos de carácter benéfico. Kissinger vive en un lujoso apartamento cercano a las Naciones Unidas, próximo al hogar que un día fue de Jacqueline Kennedy u Onassis, guste a quien guste.

Y en una de las pocas entrevistas que ha dado Kissinger, pues cuenta ya con más de 90 años, con su aún profunda y dura voz auguró que el fin de la guerra con Ucrania solo tiene una única posible solución, esto es: paz por territorios. Si no, el fin de la guerra bien podría ser el fin de la humanidad.

Paz por territorios significa que se cedan los territorios del Donestk y Luganstk por entero a Rusia y se libren de la destrucción de toda una nación a cambio de una pequeña concesión, pero yo creo, y esta vez difiero en la opinión del doctor Kissinger, que Putin, tal y como ha llegado la cosa, no se va a conformar con migajas y logrará anexionarse por completo Ucrania, volviendo a ser la Rusia de antes de la guerra fría. EEUU ha llegado a tal clima de exasperación y amenaza a Putin y a Rusia entera, que con la presunta entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN, de la que ya nadie se acordaba, han echado aún más gasolina al fuego que agua para calmar la situación. Embargos, robos a oligarcas rusos, «democráticas» maneras de prohibir actuaciones de artistas rusos, rusofobia en los medios de prensa, medidas económicas contra Rusia que estamos pagando nosotros, los europeos, no los norteamericanos, crisis alimentaria provocada por la guerra contra el gran granero del mundo que es Ucrania, aumento de los combustibles, cuyo precio se ha disparado de forma absurda, el gas, que muy pronto necesitará el próximo invierno la Alemania que provee de armamento al gobierno del criminal de guerra Zelenski, etc. Medidas que nos afectan a todos nosotros de forma muy directa.

No creo yo que Putin admita a estas alturas de la guerra conformarse a cambio de territorios por una paz endeble, pues ahora, por fin, América se ha quitado la máscara y ha enseñado su verdadero rostro, el de la avaricia sin fin, el rostro del gobierno asesino que siempre ha llevado dentro.

Armas, armas y más armas es lo que no deja de pedir Zelenski sin pensar que, todas esas armas, no se van a dar gratis, y ahí reside gran parte del problema. Imaginemos que Ucrania gana la guerra, un país devastado, ¿cómo va a poder pagar todo ese gasto en armamento? Porque el armamento no es humanitario. Y si no gana Zelenski, ¿quién pagará el precio de la derrota? Basta con tener un poco de sentido común, de saber que dos más dos son igual a cuatro para darse cuenta de la situación. Kissinger augura paz por territorios porque conoce bien al enemigo ruso desde la época de Nixon, y sabe también que fueron los rusos quienes ganaron la batalla por Berlín y acabaron con el mayor enemigo de los judíos, Hitler. Por eso insiste, para no perder ni más tiempo ni más dinero, paz a cambio de territorios. La industria del armamento no va a dilapidar a fondo perdido más dinero y de algún lugar van a sacarlo, pero sin paz eso no lo lograrán nunca.

En Kiev hay una gigantesca escultura, una magnífica obra escultórica mayor aún que la estatua de la libertad en Long Island ( Nueva York). Simboliza a una mujer con la espada en alto como símbolo del triunfo de Rusia sobre el invasor. Obra de Vuchetich. Es la estatua de la madre patria. Pues esa estatua sigue en pie y dudo los rusos la bombardeen, pues simboliza la victoria de Rusia sobre todos quienes han osado invadirla.

Pero no olvidemos una cosa que a muchos parece no haber hecho mucho caso, y es que si Ucrania se hubiera querido independizar de Rusia como así lo hicieron otros países bálticos, lo habría logrado pues, tras la caída del telón de acero y el derrumbe de la Unión Soviética, Rusia no estaba en condiciones de emprender guerra alguna. Esa concesión de Ucrania la libró de la guerra hasta hoy, que la Rusia de Putin aprovechó estos años para rearmarse y fortalecer su potencia nuclear. Los líderes rusos siempre han actuado por encima del bien y del mal, por encima de su propio pueblo y no podemos olvidar que Putin, gracias a sus amplios estudios en el KGB sobre la personalidad de Stalin, conoce a fondo el personaje y sus modos de conducta. Nadie tosía cerca de Stalin y vimos lo mismo cuando, con una simple mirada fría, Putin hizo titubear a su propio ministro jefe de Inteligencia.

La más inteligente actitud hacia esta guerra sería lo que ha propuesto Henry Kissinger, paz a cambio de territorios. Tener paciencia y estar pendientes de momentos más débiles para Rusia, si ese es el objetivo a abatir. Para cazar a un gran corzo o reno se necesita paciencia, resistencia, buena puntería y, sobretodo, que el viento venga a tu favor. O esto, o la destrucción del mundo. Cosa que ninguna de las dos partes quiere ni le interesa.

Yo preveo un mundo donde cada día será más difícil ser demócrata, y los autoritarismos serán el pan nuestro de cada día. Aumentan los partidos de extrema derecha y también los de extrema izquierda, aquí lease Vox y Podemos, los nacionalismos de uno y otro sentido, que en lugar de unir, dividen siguiendo las normas que implanta George Soros. Tendemos al insulto y de ahí se pasa fácilmente a las manos o los puños. Nuestros políticos ya no les llegan ni a la suela de los zapatos a un Castelar, Ridruejo o Marañón. Estamos en un idioma en que casi no se usan ni 500 palabras en los debates políticos. Lenguaje de tontos para un pueblo aún más tonto.

Siglos de historia se denigran como sucede con la monarquía, que tirando del hilo, por lo menos sabemos de dónde vienen y qué simbolizan, no como Zapatero, que tirando del hilo ...ummm... prefiero no pensarlo para no caerme de culo de la risa.

Y ya que estoy cachondo y como esto de la guerra me pone de mala uva, creo yo que esta guerra es como el juicio de Johnny Deep y Amber Heard, que ambos se denigran e insultaron en público y ganó quien más poder e influencia tenía en la industria del cine. En América puedes matar como hizo O J.Simpson y, con dinero, librarte aunque huyeras de la policía con aquella famosa furgoneta blanca. 15 millones debe pagar la señora Heard y Deep solo 2 millones. La verdad, yo me quedo con la abogada de Deep, la señorita Camille Vásquez.

Y esta guerra la perderemos cada uno de nosotros con nuestro dinero y nuestro futuro de hambre y frío. Aquí, ni el rey Salomón con su buen juicio, ni Henry Kissinger con su proverbial esperanza de paz a cambio de territorios, lograrán convencer al alumno adelantado de Stalin. Tenemos guerra de desgaste para largo.