El 18 de septiembre, más de un centenar de personas se darán cita en Ciutadella para asistir al primer congreso de terraplanistas que se celebra en Balears. Uno lee la noticia e inmediatamente se plantea sacarse un pasaje a Menorca.
La verdad, no abundan las oportunidades de viajar en el tiempo. Como era de esperar, la respuesta positiva de la gente ha hecho que el espacio previsto inicialmente para acoger el congreso se quedara pequeño, de ahí que los organizadores hayan tenido que buscar uno más grande. Es cierto que alojarse en la isla más oriental del archipiélago balear durante el verano sale por un ojo de la cara, pero no hay inflación capaz de amedrentar la fe del creyente. Y es que hay que tener mucha fe para ser terraplanista.
Dicen que la fe es capaz de conseguir que el universo entero gire alrededor de la Tierra. Que esto ocurra en la era de la cibernética y la inteligencia artificial es significativo. Nuestras manos quieren tocar las estrellas, pero nuestros pies continúan en el barro de un pozo. Me pregunto qué pensaría Erastóstenes de todo esto.
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