Tras el ritual anual de la vuelta al cole se reproduce el viejo debate sobre la conciliación entre los horarios escolares y los de los padres que trabajan. En un país donde la jornada laboral de ocho horas ha rebasado ya los cien años (1919) y con las mejoras tecnológicas de las últimas décadas, cualquiera podría pensar que ya es hora de revisar este encorsetamiento secular. Una medida –pasar directamente a la jornada de seis horas– que, se supone, tendría de rebote un efecto positivo en los datos del desempleo. Todos sabemos que es más popular calentar la silla que ser realmente productivo, incluso los jefes ven con mejores ojos a quienes se quedan en la oficina una vez finalizada la jornada –aunque estén perdiendo el tiempo o comentando el partido de fútbol de la víspera– que a los que sacan el trabajo con rapidez y pretenden marcharse un poco antes para atender a sus obligaciones familiares. La eficacia y la productividad jamás han sido valoradas. Pero ahora se añade un ladrillo más a esta pared que nos condena a la asfixia: hay quienes intentan hacernos creer que lo ideal sería prolongar la jornada escolar para adecuarla al horario de trabajo. ¡El disparate máximo! Mientras en todos los países desarrollados del planeta las oficinas echan el cierre a la misma hora que los chavales salen del cole, aquí nos planteamos lo contrario. ¡Y luego se preguntan por qué cada vez nacen menos niños! Si tenemos hijos solamente para verlos en foto y trasladamos su crianza a la escuela, es lógico que la idea nos resulte poco seductora. Las trabas, imagino, las pone el empresariado, que siempre quiere más y más. Solo que llegará el momento en que no tendrá obreros a los que contratar porque nadie habrá conseguido formar una familia.
Conciliar
17/09/22 3:59
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2 comentarios
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Bon article. El nivell del debat social és molt pobre. Aquí tenim l'horari escolar més llarg d'Europa i els que no han trepitjat mai un centre volen que aquests estiguin oberts per aparcar-hi els fills tot lo dia. En el fons volen dues coses, no haver-se de preocupar dels seus fills i molestar als que els suspenien per ganduls perquè la seva ignorància els fa pensar que fan poca feina.
Si alargamos la jornada escolar para que los padres puedan desaparcar a los hijos se consiguen tres objetivos: Evitar que los niños estén callejeando. Evitar sobre costes a las familias Y lo más importante, con la dedicación y preparación adecuada de los docentes vacacionales, dejar de ser de los últimos en Europa. No por ponernos medallas por posiciones europeas, sino por el hecho de tener alumnos más ilustrados.