Si no me fío nada de mi memoria, que cada vez está peor, cómo me voy a fiar de la de los demás. Literatos, filósofos, neurólogos, psicólogos y hasta poetas, nos han repetido más de mil veces que la memoria no es lo que parece, sea o no democrática, y que si la individual deja mucho que desear, la colectiva ni siquiera existe, y la memoria histórica suele ser en buena parte una invención. Pero se ve que por más que nos lo repitan lo olvidamos enseguida, nos tomamos la memoria muy en serio, como si fuera un hecho indiscutible, lo que convierte los debates sobre este asunto en una serie de extraños artefactos robóticos, de apariencia más o menos monstruosa y dotados de armamento, que chocan entre sí tratando de exterminarse. Parece que sólo puede quedar una memoria histórica, esa quimera, lo que a su vez obliga al Gobierno a legislar una y otra vez sobre ella, porque nada irrita tanto como la memoria de los demás, inexacta y sesgada.
La memoria de los demás
05/11/22 3:59
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1 comentario
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Pero.....jolines!!!! Se me ha olvidado.