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Pablo Iglesias no obtiene la plaza de profesor de periodismo en la Complutense y los internautas se congratulan con su suspenso. Lees los post, en ocasiones escritos por auténticos repetidores de la escuela primaria, y no puede uno más que doblarse de la risa. La mayoría confunde sus inclinaciones políticas y su aspecto físico (piojoso y perroflauta entre otras lindezas) con analfabetismo, no mostrando ningún tipo de pudor al exhibir en público la inexistencia de argumentos con visible falta de criterio y montañas de errores ortográficos.

Lo único que vale es insultar al antiguo vicepresidente. Pablo Iglesias aprueba su plaza de profesor adjunto a política en la misma Complutense y los internautas vuelven a saltar porque tienen claro que se ha tomado una decisión a dedo, una clara muestra de enchufismo y de favorecer al individuo que se compró una enorme casa de no sé cuántos millones de euros amén de proclamar que es una vergüenza que los alumnos de la Complutense (en qué manos van a caer) vayan a ser adoctrinados. Sin reflexionar que detrás de todo individuo, organismo, medio de comunicación hay una ideología y que eso no es óbice para ser partícipe de la enseñanza universitaria.

No se tiene en cuenta que para dicha plaza de profesor se evalúa un currículum y el que obtiene mayor nota se lleva el puesto. Obviamente, tampoco se valora que un vicepresidente o diputado abandone su escaño y regrese al trabajo para cual se preparó tal y como hizo el antiguo líder del PCE, Gerardo Iglesias, en los lejanos años 80, regresando a su humilde trabajo de minero. Es más sencillo fichar, como los futbolistas, por una gran empresa privada y no pegar palo al agua.