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En ningún cuento de hadas, y los conozco casi todos, se ha visto jamás a un hada leyendo cuentos de hadas en su madriguera (sí, vivían en madrigueras), cómodamente sentada ante la chimenea. Y no sólo porque a las hadas les basta su luz propia y no tienen en casa chimenea, sino porque no leen cuentos de hadas. No les interesa, les parecen tonterías, fantasías infantiles, mentiras, calumnias a veces. Pero sobre todo, porque no les gusta nada leer. Y es muy dudoso que sepan hacerlo. No son las únicas criaturas sobrenaturales que desdeñan la lectura y los lenguajes humanos, porque es bien sabido que el propio Dios no ha leído la Biblia, y mira que tiempo libre sí que ha tenido. No la ha leído porque no le ha dado la gana. No soy teólogo, pero para mí que no sabe leer. Tampoco escribir, salvo diez líneas de mandatos breves, con renglones torcidos. No le interesan las narraciones de los hombres, y menos todavía las de las mujeres. Quizá se puede enterar de lo que pone un texto porque es omnipotente, pero leer lo que se dice leer, seguro que no sabe. Para qué. ¿Para leer la Biblia y enojarse más todavía? Es ese caso ya hace mucho que nos habríamos enterado, y no únicamente por varios apéndices bíblicos con misteriosas correcciones aparecidos por azar, que se conservarían bajo llave en el Vaticano. Por las represalias, que habrían sido de órdago. Pero volvamos a los cuentos de hadas. Cuyas versiones actuales son cada vez más moralizantes, auténticas prédicas, siendo así que el género ya era muy moralizante de por sí. Y como las hadas, en tanto que encarnaciones sutiles del destino (fatum), son criaturas feéricas totalmente amorales (como la naturaleza, a la que protegen), no pueden soportar tanto sermón. Enferman, se les caen las alas, encanecen, se las lleva el viento, se suicidan lanzándose sobre los sacristanes para morderles el cuello. Si supieran leer, tampoco leerían cuentos de hadas. Quizá el periódico. Conan Doyle, escritor, médico, portero de fútbol y casado con una médium, padre de Sherlock Holmes, asegura que en un paseo campestre vio un hada leyendo el Herald Scotland. Bueno, podría ser. O quizá sólo lo simulaba, para reírse del bueno de Conan. Son así.