Moncloa y los medios afines han entendido que el Tribunal de Luxemburgo afea la conducta de Bélgica por paralizar la euroorden, respalda al Tribunal Supremo (reclamante de los huidos) y allana el camino para poder sentar en el banquillo al expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y el resto de fugitivos.
Yo lo veo como un ambiguo pronunciamiento del alto tribunal europeo sobre la calidad democrática del Estado español. Una especie de «sí, pero». En vez de avalar con todas las de la ley el orden jurídico vigente en nuestro país encarga a Bélgica la tarea de verificarlo. Y si Bélgica consigue demostrar de forma fehaciente que en España se vulneran derechos fundamentales, queda habilitada para rechazar la euroorden cursada por nuestro TS.
Si estamos de acuerdo en que la calidad del Estado de derecho en España es incuestionable, las quejas contra Puigdemont, por desacreditarlo, deberían extenderse al mismísimo Tribunal de Luxemburgo por quedarse en tierra de nadie a la hora de pronunciarse sobre la cuestión de fondo. Puigdemont es la estrella de este asunto. Y el tribunal europeo no da demasiadas facilidades para ponerlo a disposición de la justicia española. Incluso abre nuevos caminos dilatorios, porque está claro que Bélgica se tomará su tiempo para formar criterio sobre la calidad del Estado de derecho en España, mientras Puigdemont ya prepara sus recursos para el caso de que el tribunal europeo acabe retirándole la inmunidad de la que goza ahora como europarlamentario. O sea, que prisas, ninguna.
1 comentario
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El " PALO " a la Justicia Belga es evidente... Lo demás tardará pero por encima de lo que diga Bélgica por el CHORRO DE DINERO que FUIGDELMON se GASTA EN SU ABOGADO. Personalmente PREFIERO QUE SE RETRASE SU LLEGADA A ESPAÑA...su entrega mejor cuando este Gobierno se haya ido (no vayan a hacerlo embajador en Bélgica)