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En cuestiones de narrativa, todo se agrupa de tres en tres. Como los tres cerditos, las tres leyes de Newton, los tres versos de un haiku o las tres brujas de Macbeth. Probablemente alguien diría que esto sucede por tres razones, que también suelen ir de tres en tres Dios sabe por qué. Una narración consta de presentación, nudo y desenlace, que mira por dónde se corresponden casi exactamente con las tres fases del sexo según la teoría freudiana. Prolegómenos, penetración y orgasmo si lo hubiere. Lo que prueba que Freud era un cuentista, pero no es eso lo que aquí nos interesa. Lo que ahora nos interesa, y nos irrita, es esa manía narrativa de que en los relatos todo venga de tres en tres, como si no supiéramos contar más, y tampoco menos. Todo son triángulos, trilogías, tercetos, trinidades; un mundo muy raro, pero triple, en el que sólo cabe la victoria, la derrota o el empate. No hay forma de sacarse el tres de encima, y hasta Dios es uno y trino. Incluso se diría que hay algo biológico en esta permanente división por tríos. O trilogías, siendo prolijos. Los seres vivos nacen, se reproducen y mueren, nos explican ya de pequeños. ¿Y mientras? Mientras, pasa el tiempo, que también se divide en tres etapas. Pasado, presente y futuro. No me digan que no es fastidiosa, tanta insistencia en el tres. Nos pasamos la vida resolviendo ecuaciones cúbicas, como el pobre matemático Tartaglia, tartamudo y estafado por un colega. Fastidiosa y falsa; no puedo dejar de pensar que en este relato de tres en tres, sea filosófico, biológico o sexual, falta algo. No ofreceré tres razones; me sobra con una. No tiene sentido que todo funcione de tres en tres, siendo pi, el número más emblemático, no 3 sino 3'14159 etc. Así pues, nos perdemos un 0'14159 de sustancia en cada ocasión, en cada polvo y en cada razonamiento, y si eso no parece gran cosa, al final de la narración (de la vida, claro) es una barbaridad. Siempre me pareció que en eso de la presentación, nudo y desenlace (o prolegómenos, penetración y orgasmo), faltaba algo, igual que en la tontería narrativa del pasado, presente y futuro. A ver si empezamos a contar (y a narrar) como es debido. Con decimales. Con todos.