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Analicemos la frase siguiente sin nombrar al autor y saquemos conclusiones: «Es como cuando hay una violación y dicen que la chica iba en minifalda».

Obviamente, en principio, no sabemos a qué se refiere pero en cuanto se nos pone en conocimiento que alude a un sueldo de 30.000 euros (casi 400.000 euros anuales) que el autor de la frase recibe mensualmente, en nuestra mente se produce un pequeño cortocircuito.

¿Cómo se atreve a comparar una violación con la retribución de un individuo que debe poseer al menos cierto poder social? Según el autor de esta frase, cuanto menos manipuladora, únicamente se defiende de las críticas recibidas a su retribución aprobada en consenso. Y lo dice un individuo que se oponía a que el salario mínimo interprofesional subiera hasta los 1.080 euros porque considera que con menos se puede vivir. Pero obliga a un fulano encorbatado de estos a ajustarse a 1.000 euros durante un año y verás cómo se pone a llorar haciendo pucheros, lo que dice muy poco de su integridad.

Y en todo caso, retornando a la frase de marras, su construcción no puede ser hecha más que por un miserable que no siente ningún tipo de sensibilidad por el dolor y sufrimiento de las mujeres que han padecido una violación en sus carnes y las reduce, por comparación, a simples objetos materiales donde el capital sigue siendo lo único primordial.

Es evidente que el autor de la miserable frase no comete un error a sus ojos, porque está especializado en despreciar las necesidades del ciudadano corriente, y aún considera que existen ciudadanos de primera y de segunda, incluso de tercera y preferente. Pero no nos sorprende en absoluto cuando descubrimos que al autor es el presidente de la patronal.