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Que el expresidente José María Aznar cumpla setenta años este sábado no debería ser una noticia especialmente relevante. Que lo vaya a celebrar con bastantes de sus exministros y con otros importantes en el Partido Popular, entre ellos Núñez Feijóo, tampoco (¿irá también Rajoy, ahora que se hablan?). Que aproveche el sarao para respaldar una imagen de unidad en el PP, justo a un año de que Pablo Casado saliese defenestrado de la sede de Génova, ya tiene, a mi entender, más relevancia.

Tampoco la foto de Casado a la salida esta semana de un almuerzo privado con Feijóo puede considerarse, en el fondo, casual, aunque aseguren que la imagen no estaba preparada. Puede que no, pero todo aprovecha ahora para el convento de los ‘populares': la mayoría de las encuestas, el apartamiento de algunos, el regreso de otros, la incorporación de unos pocos, muy pocos aún, porque la victoria y, por tanto, el poder, no son aún seguros. Para colmo, viene Vox y comete el enorme error de presentar una moción de censura contra Sánchez (¡¡¡y con Tamames de candidato alternativo!!!), que en realidad beneficia claramente al presidente del Gobierno y, de refilón, a Feijóo y al PP.

Así que Feijóo se puede dar el lujo de, rara avis, sonreír. Que aprenda de Aznar, que no fue un mal presidente, pienso, en su primera legislatura y que solo ahora, septuagenario lleno de vitalidad, ensaya una sonrisa permanente que no sé si es del todo abierta y simpática, pero sonrisa al fin. Puede que, una vez que el PP abandone del todo su ADN cainita, una vez que amolde su papel en Cataluña, lo consolide en Andalucía y refrene algunos entusiasmos excesivos en Madrid, podamos pensar en un cambio en el panorama político, hoy dominado casi en exclusiva por un activo Pedro Sánchez en permanente movimiento de acá para allá y para acullá, con las fotos correspondientes.