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Cada día me maravilla más la gran capacidad de generosidad y solidaridad del hombre moderno. Es impresionante. Me pone los pelos de punta. Son tantas y tan grandes las causas por las que se mueve el individuo moderno que hasta los antes temidos «locos» y ahora «enfermos mentales con trastornos de personalidad» se están exhibiendo (no sé si decir que también salen de sus alacenas, por cambiar de mueble, más bien) y se están poniendo a largar sobre sus experiencias depresivas y psicóticas en toda clase de libros con mensaje. Siempre me ha parecido un componente repulsivo, lo del mensaje que deben desprender libros, películas y obras de arte. ¿Y qué mierda significa esto? Pues muchísimo. Si no hay mensaje, la cosa no cuenta. Y como todo el mundo lleva un mensajero en su interior, no paran de salir al mercado libros de famosos que hablan de sus trastornos, las voces que oyen, su bipolaridad o su ansiedad.

Yo me pregunto: si son trastornos y enfermedades (muy eufemísticas, en el fondo, pues un bipolar padece psicosis, y un distímico es un neurótico depresivo –¡dónde vas a parar!–), ¿por qué hay que temerlos tanto y dar explicaciones y mensajes para que sean vistos con normalidad o, por lo menos, compasión? ¿Alguien le dice a un canceroso (o al que padece una eufemística larga y penosa enfermedad) cosas como «tienes que poner de tu parte»? Desde luego que no (porque estos son unos luchadores). Pero, en fin, ahora todo se tiene que visibilizar: cosa que no se visibiliza, cosa que no existe. Menudo asco, ir visibilizando todo el día… La de best-sellers visibilizadores que salen. Muy bien. Ya han puesto de su parte.