L as reglas económicas que se han escrito –reglas, no leyes; importante esta distinción– no son las tablas de Moisés. Es decir: están sujetas a cambios, en función de los entornos en los que dichas reglas se aplican. Esas reorientaciones de unos preceptos pretendidamente inamovibles, considerados como leyes perpetuas, tuvieron que variarse a tenor de los acontecimientos. Por ejemplo: las reglas rígidas del sistema monetario del patrón oro –equilibrio presupuestario a ultranza, no intervención pública en la economía, limitaciones a las emisiones monetarias, etc.– se acabaron por dinamitar a raíz de la Gran Depresión. La causa: no servían en una coyuntura deflacionaria y con desplome de la demanda agregada. J. Bradford DeLong, secretario del Tesoro de Estados Unidos durante el mandato del presidente Bill Clinton, un historiador y economista solvente, lo ha explicado con claridad en su reciente libro (Camino a la utopía, Deusto, Barcelona, 2023): esa gran crisis del capitalismo obligó a repensar las herramientas consideradas inmutables, y a utilizar otros resortes, otras palancas, para resolver los graves problemas –los más relevantes, insistimos, la desocupación y la deflación–.
Reglas económicas ¿inamovibles?
16/04/23 0:29
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1 comentario
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Vaya.....lo que hasta ahora era aplaudido AHORA necesita ser sino ELIMINADO SI CAMBIADO..... Con lo bien que vamos....