Este pasado viernes, Melià y Mutua Universal presentaron el Estudio Ergonomía. En él se analizaba el impacto de las nuevas camas elevables en la vida de las kellys. La conclusión que más ha trascendido ha sido que reducirá hasta un 30 % la carga lumbar de las camareras de piso. No creo que nadie pueda negar la fuerza del dato, que hará la vida más sencilla a un colectivo que se deja la salud en los hoteles de nuestras islas, pero creo que es mucho más. Sobre todas las cosas, es un ejemplo de que nos encontramos ante el inicio de un cambio de modelo.
La crisis de 2008 dio el pistoletazo de salida a las políticas de austeridad. No fue una cosa únicamente de España, pero los gobiernos del Partido Popular aplicaron con gusto el libreto. A lo largo de aquellos años se atacó profundamente nuestro Estado de bienestar. Pero sobre todo se ensañaron con las condiciones laborales de trabajadores y trabajadoras. Se facilitó el despido, se bajó el salario mínimo y se redujeron los derechos laborales.
En Baleares, el golpe fue más fuerte. Dadas las características de nuestro mercado de trabajo, muchos sectores vieron empeoradas sus condiciones. Esto no solo se vio en los sueldos. Todos hemos vivido aquello de hacer más horas por defecto o realizar funciones que no se ajustan a nuestro puesto de trabajo. Mientras, las grandes fortunas de nuestras islas seguían creciendo y toda la riqueza que llegaba no se distribuía, se quedaba en manos de unos pocos. Siempre se ha dicho que somos una comunidad rica, llena de gente pobre. Pues durante la segunda década del siglo XXI, esa realidad se multiplicó.
La dinámica se rompió con la llegada de Unidas Podemos a los gobiernos de nuestro país. Revertir una estructura tan compleja como es el mercado de trabajo requiere tiempo, probablemente más de dos legislaturas, pero eso no impide que ya empecemos a ver mejoras muy importantes. El Ministerio de Trabajo ha sido la punta de lanza de una nueva dinámica. Ahora, los sindicatos y los trabajadores celebran mejoras cada mes. Mientras, es la patronal y los más poderosos los que se quejan. Ya era hora.
Nuestro archipiélago ha sido la comunidad que más ha notado el giro de timón. Somos el territorio donde más ha disminuido el porcentaje de contratos temporales, pasando del 25,8 % al 17,5 %. Además, durante este verano el paro ha llegado a la cifra más baja de los últimos 15 años un 6,6 %. Hemos mejorado la vida de la gente que trabaja en sectores con tanto peso como la hostelería, la restauración, el campo o la industria. Y todo esto batiendo récords en datos macroeconómicos, para aquellos que nos dijeron que por redistribuir mataríamos la economía.
Estos han sido los primeros pasos de una nueva etapa, en la que la gente que trabaja recupera derechos y vive mejor. Pero necesitamos más tiempo y más fuerza, en el Estado y en Baleares. Hay que seguir aumentando el salario mínimo. Debemos replantear todos los convenios para que los sueldos se equiparen al aumento del coste de la vida. Es necesario seguir incrementando las inspecciones, para que las leyes que aprobamos se apliquen en la realidad. Queda mucho trabajo que hacer, puesto que construir es mucho más difícil y lento que destruir.
Este Primero de Mayo, como todos los años, toca salir a la calle a reivindicar mejores condiciones laborales, pero teniendo en cuenta que en 27 días hay elecciones. Nos jugamos seguir apostando por mejorar las condiciones de la gente que trabaja. La alternativa son aquellas que niegan que las camas elevables mejoren la vida de las kellys, pese a los datos irrefutables. Frente a los que solo saben destruir y generar pobreza, construyamos unas islas con trabajo digno para todas.
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